martes, 21 de junio de 2016

JORGE GAITÁN DURÁN Y SUS IDEAS SOBRE POESÍA


JORGE GAITÁN DURÁN Y SUS IDEAS SOBRE POESÍA

Por: SAUL GOMEZ MANTILLA


INTRODUCCIÓN [1]

Jorge Gaitán Durán nace en 1924. La década del veinte significó para Colombia la ruptura y fin del siglo XIX y el inicio del siglo XX, pero también son los años de las grandes huelgas laborales, de la represión del movimiento obrero y de la masacre de las bananeras.  En los años veinte llegan a Latinoamérica los movimientos de vanguardia, y es también la década en la que se publican algunos de los libros de poesía más importantes del siglo XX como  El cementerio marino de Paúl Valery, La Tierra baldía de T. S. Eliot, Trilce de César Vallejo, Cantos de Ezra Pound. Son años de gran importancia para la poesía, así como para la reflexión, la teoría y la crítica con respecto a la poesía moderna. También son los años del manifiesto y de la revolución surrealista.

Gaitán Durán es un poeta representativo de la segunda mitad del siglo XX en Latinoamérica; a pesar de su corta vida (muere antes de cumplir 40 años), dejó una obra intensa, apasionada, que se destaca por su calidad, por el proceso de madurez y de decantación que se aprecia al leerla cronológicamente. A cada nuevo libro la calidad y la condensación de la palabra es más contundente, al igual que ésta se enriquece en imágenes y en sobriedad.

Este proceso de decantación se da a la par que va asumiendo y dejando atrás ciertas concepciones sobre la poesía, asume el trabajo con el lenguaje o la apertura a otras formas de la poesía como la prosa, al igual que la escritura se va alimentando de sus lecturas y sus viajes. Su obra se fue transformando ante todo por el contacto con Europa, por su relación con otros escritores que le permitió ampliar sus concepciones y acercarse a otros autores, en especial a la obra crítica y poética de escritores como Charles Baudelaire, Stéphane Mallarmé, Paul Valery, T. S. Eliot, y André Bretón, entre otros.  Algunos conceptos e ideas sobre la poesía, el proceso de creación del poema y la relación entre el poeta y la sociedad, fueron temas de constantes discusiones por parte de los poetas europeos, y estas reflexiones permearon a los autores latinoamericanos.

Este encuentro y la lectura de la obra de los poetas europeos afectó y de algún modo transformó las ideas sobre la poesía de Gaitán Durán, quien se ve como heredero de una tradición literaria universal más que latinoamericana, pero que desde ese conocimiento de los autores europeos vendrán a alimentar y a participar de los movimientos y grupos literarios latinoamericanos.

Los trabajos sobre Gaitán Durán se han centrado ante todo en el estudio del erotismo, a partir de sus dos últimos libros, Amantes y Si mañana despierto. Estos temas se encuentran en monografías de estudiantes de universidades como la Pontifica Universidad Javeriana y la Universidad Nacional y en otros estudios de autores nortesantandereanos como Juan Pabón Hernández o Flor Delia Pulido, quienes reiteradamente platean la relación poema-orgasmo-muerte sin un mayor desarrollo.

En los últimos años se ha empezado a estudiar la figura de Gaitán Durán como símbolo del intelectual: pequeños ensayos de María Mercedes Carranza (1988); Andrés Hoyos (2007), plantean el tema. El ensayo más desarrollado sobre este tema es el de David Jiménez quien analiza la figura de Gaitán Durán como intelectual, en cuanto a sus escritos en periódicos, sus ensayos en revistas con respecto a lo que sucedía en su época, así como la relación de sus acciones con respecto a un momento determinado de su vida, ya sea su participación en política, como su alejamiento de la misma. No existe un estudio centrado en sus ideas sobre la literatura y el reflejo de estas en su obra.

Sólo hasta inicios del siglo XXI,  curiosamente casi cincuenta años después de la muerte de Gaitán Durán, se dieron a la luz algunos escritos que permanecían dispersos o no habían sido publicados. En el año 2004 se recopilaron y se publicaron en un solo volumen las columnas de prensa y los artículos sobre literatura de Jorge Gaitán Durán, lo que permite acercarse a la evolución del pensamiento del poeta colombiano sobre la literatura de forma cronológica.




1.   LA CONCEPCIÓN DE LA POESÍA

A inicios del siglo XX, con la aparición de los movimientos de vanguardia, la poesía trató de encontrar al hombre común, de desacralizar la institución artística y hacer del arte un instrumento acorde a las necesidades de la época, a sus avances y sueños.  De esta manera el futurismo se dedicó a cantar al ruido de los motores y el dadaísmo rechazó totalmente los valores establecidos para abrir una vía al culto de lo irracional.  El surrealismo buscaba  “un automatismo puramente psíquico dictado por el espíritu sin control alguno por parte de la razón ni de valoraciones estéticas o morales”[2].

Todos estos cambios en la literatura y en las ideas que se tenían sobre la obra, el proceso creador y el escritor afectaron a las nuevas generaciones de poetas, quienes asumían los movimientos de vanguardia, sus postulados y forma de ver el mundo. Algunos poetas optaban por enfrentarse a los poetas canónicos como una forma de ganar autonomía y de mostrar una distancia de su obra con respecto a la tradición, otros escritores buscaban la tutela de un poeta reconocido para permitir el ingreso de su obra en el establecimiento literario, como fue el amparo que recibió en sus inicios Jorge Gaitán Durán por parte de Eduardo Carranza.

Jorge Gaitán Durán inicia su carrera literaria en los años cuarenta con la aparición de sus tres primeros libros de poesía. Con los años, sus lecturas y sus viajes se fue convirtiendo en un intelectual comprometido, fruto de ellos fue la creación de la revista Mito y sus fuertes controversias en sus columnas de periódico ya fuesen sobre temas artísticos, sociales o políticos. Hay en su obra toda una exigencia con el lenguaje, en sus escritos sobre poesía toda una búsqueda formal, un intenso interrogarse por ese misterio que es la poesía y el compromiso del escritor con su época.

Concebía la poesía con una estrecha relación con el momento histórico que vive el poeta, con el cúmulo de vivencias que hacen de él, como creador, el intérprete de una generación, de las angustias y los anhelos que agitan a los hombres en un momento determinado. Por eso a la hora de acercarse a la poesía nos dice: “es necesario buscarle su significado histórico, su razón de ser, en el gran drama universal, de donde sale para radicarse en la conciencia del lírico”[3]. Es el mundo quien conforma las características de la poesía y el poeta es el intérprete de su tiempo.  De este modo cada época tiene sus clásicos y sus búsquedas a través de la poesía, “para que algo sea universal tiene que interpretar cabalmente su época y su medio social, tiene que ser una manifestación clásica de su tiempo.  Esto porque toda realización artística tiene que ser auténtica, jamás puede ser ficticia… Desde luego la naturaleza tiene su influencia en la poesía americana, pero no se debe caer en el peligro del color local, del folklore, del lugareñismo.  Ante todo, se debe buscar la esencialización poética de los materiales americanos”[4]. Así la poesía que se escribe en el continente americano está marcada por el mundo que la rodea, por su paisaje y en cierta medida, por su historia.

Esta afirmación de Gaitán Durán nos acerca a la segunda etapa del modernismo y a la figura de Rubén Darío, quien pretendía, a través de su obra, lograr que Latinoamérica conquistara su autonomía poética, su independencia estética de España, al igual que se había conquistado en algunos países la independencia política. Darío buscaba crear una expresión que fuera representativa de Latinoamérica y de los tiempos aciagos que se vivían. De igual modo Gaitán Durán busca que la poesía invada la historia y que los escritores, por medio del trabajo con la palabra, incorporen su historia, sus países y sus vivencias a la tradición literaria latinoamericana.

Para Gaitán Durán  los elementos fundamentales para lograr la autonomía intelectual y creativa que caracteriza el ejercicio literario son el compromiso total del escritor para con su época, con la verdad y la libertad, en palabras de David Jiménez: “Gaitán se propuso encarnar  los valores característicos del escritor comprometido: la lucidez, la independencia, la búsqueda de la verdad, la curiosidad por casi todos los aspectos de la cultura y de la vida social, el disentimiento crítico y una actitud ética que era en si misma una denuncia del conformismo”[5].

Considera que cada época y cada país genera sus clásicos. De ese modo no duda en considerar a Pablo Neruda como el clásico de la poesía latinoamericana, porque ha captado el espíritu de su época.  Esta idea nos recuerda la concepción del escritor clásico que maneja T. S. Eliot, ya que para Eliot el poeta clásico lo genera una lengua, cada lengua produce sus clásicos y éstos dependen de las condiciones históricas del pueblo que utiliza esa lengua, porque: “un clásico solamente puede ‘suceder’ en una civilización madura, en una lengua y una literatura maduras; y tiene que ser obra de un espíritu maduro”[6].  De esta forma el clásico depende de la madurez de su tradición, de la madurez de su pueblo,  no basta con interpretar una época.  Eliot es más exigente en su idea del clásico, exige más de los escritores y de su pueblo, mientras que para Gaitán Durán basta con que el escritor entienda su momento histórico.  Comparten Eliot y Gaitán Durán la idea del tiempo como depurador de la poesía, ya que sólo quedan para la historia aquellos poetas que lograron elevarse por encima de sus contemporáneos, “el juicio de la posteridad ―jamás equivocado― deja para la historia solamente lo esencial, lo eterno, lo inmutable; desechando el brillo vano, la fama deleznable de las modas y de los gustos, el azogue engañoso de las pasiones”[7].  Años más adelante agrega de manera categórica: “vemos en el transcurso de las épocas que ese proceso se realiza cuantitativamente dentro de los poetas o artistas que forman un movimiento, un grupo o una escuela, reduciéndolo a dos o tres, eliminando a los más: y luego cualitativamente dentro de la misma obra de los elegidos, echando al pozo sin fondo todo lo accidental y lo superficial, hasta conservar todo lo que está libre de toda macha, de toda impureza, de toda contaminación y tiene la densidad exacta, la medida ineludible de lo inmortal”[8]. Son recordados aquellos poetas que consiguieron una obra única, determinada por su momento histórico, aquellos que respondieron a las exigencias de su cultura y su lenguaje, lo mismo ocurre con sus obras, de ellas quedan las esenciales, las inmortales.

Para Gaitán Durán el tiempo es el gran depurador, incluso de la obra misma, dejando solo aquello que por su calidad merece ser inmortal, de este modo, de un grupo de poetas, sólo serán recordados aquellos que lograron una obra de mejor calidad : “Hay un proceso de purificación, de responsabilidades, en toda obra artística, que sólo se puede verificar lejos de las incidencias mundanas y bajo la vara rectora de la historia (…) echando al pozo sin fondo todo lo accidental y lo superficial, hasta conservar exclusivamente lo que está libre de toda macha, de toda impureza, de toda contaminación, y tiene la densidad exacta, la medida ineludible de lo inmortal”[9].

Gaitán Durán siempre se pregunta por la poesía colombiana y, como representante de una nueva generación, trata de establecer diferencias con las generaciones anteriores y con su tradición: “Me parece que en la poesía una generación es más bien un monumento radiante ―con continuidad o no―, una de esa casuales acumulaciones en determinado tiempo de varios grandes poetas, obedientes a la verdad de una época, innovadores y autónomos, con posterior influencia en el desarrollo de la cultura”[10].  Y al hablar sobre la generación de poetas a la que pertenece y su posible catalogación como grupo afirma: “no estoy seguro, porque aún no tenemos tiempo suficiente para haber estructurado un movimiento distinto, porque todavía no llenamos los requisitos ―para mí indispensables― que modelan la generación lírica, y en fin, porque es la crítica futura a la que toca resolver este punto”[11].  Para Gaitán Durán estos requisitos son la crítica y la autocrítica, porque permiten encontrar lo valioso entre tantas cosas que lo aparentan y eliminar lo que de moda literaria pueda tener la obra. 

Al hablar sobre la poesía escrita en Colombia y más específicamente la que se escribe en su tiempo, afirma Gaitán Durán de manera categórica que: “no existe poesía nueva en Colombia. Es decir como entidad representativa de su época y de su medio, autónoma e independiente”. Esto es debido al  “olvido por parte de los jóvenes poetas de su medio, de su época, de su raza, de la fuerza telúrica: su aislacionismo, su permanencia en los libros anteriores y en las teorías poéticas y no en la realidad poética, circundante y palpitante”[12].   Este ataque se centra a los cuadernicolas, poetas que según Gaitán Durán, imitan lo malo de Piedra y Cielo,  como es el uso de ciertos vocablos, su artificialidad y su oscuridad fácil. Un año después, en 1948, sale en defensa de sus contemporáneos ante las afirmaciones de que los nuevos poetas (la generación siguiente a Piedra y Cielo) siguen bajo el influjo del piedracielismo; para Gaitán Durán la obra de poetas como Fernando Charry Lara, Fernando Arbeláez, Rogelio Echavarría y Álvaro Mutis: “están actuando poéticamente en zonas completamente distintas de Piedra y Cielo, zonas cuya elección puede ser acertada o no, pero que marcan un tono y un aliento bien diferentes, una nueva manera de enfocar la lírica, un mayor acercamiento a lo más desolado  y permanente del hombre, una posición valiente ante los problemas que afronta el mundo actual[13], aunque Gaitán Durán reconoce como fallas en la obra de estos poetas la presencia de materiales anacrónicos debido a la influencia de los “ismos” franceses, y españoles.

Según Gaitán Durán una de las causa de que en Colombia haya en su mayoría poetas mediocres es que: “el poeta colombiano, en general, ignora el mundo, carece de paisaje, se desliza humildemente entre la mole oscura de las palabras. No disfruta ―en compensación― del poder de abstracción de un Machado o un Juan Ramón Jiménez. Está exactamente en tierra de nadie, de espaldas al concepto, de espaldas también a las mudables apariencias del universo. No intenta decir, ni describe. Para él la palabra no es un medio, sino un fin. Se solaza, con un poco de soberbia inútil, en el reino de la retórica”[14]. Además considera como el gran error de los poetas colombianos el uso excesivo de la retorica y la poca originalidad a la hora de expresar sentimientos o ideas, esto debido a que el poeta colombiano se inclina ante el lenguaje en lugar de dominarlo.

En el año de 1947 se llevó a cabo un debate sobre poesía en el que participaron el poeta Venezolano Vicente Gerbasi, el chileno Julio Barrenechea y los colombianos León de Greiff, Gaitán Durán y Jorge Rojas. En esta conversación Gaitán Durán afirmaba tajantemente los límites de la poesía como género literario: “La poesía, singularicemos, la lírica debe ser universalista, debe buscar la verdad en todo, aun cuando se diga que es impura. Lo importante es que no deje de ser poesía nunca, es decir que no traspase los límites que separan a la poesía de la prosa y de las ciencias”[15]. Al final concluye afirmado que si se rompen los límites de la poesía se pierde la esencia de la misma y que los problemas concretos de la poesía colombiana y americana son el problema vital, la experiencia histórica, más que la metafísica poética. 

Con el paso del tiempo, Gaitán Durán madura estos pensamientos. En 1956 estas reflexiones han avanzado a niveles más dramáticos, ya que el problema no se centra en la creación poética de una generación de poetas, porque la poesía como manifestación artística abarca otros géneros, de modo que los poetas jóvenes colombianos tienen nuevos problemas a los cuales enfrentarse. Si bien, antes Gaitán Durán planteaba límites muy precisos para la poesía con respecto a los otros géneros literarios, ahora plantea que la poesía trasciende el poema y sus límites a nivel del lenguaje escrito, “evidentemente existe una poesía joven en el país. De lo que no estoy seguro es que se manifieste preferencialmente en el poema. En ocasiones me parece que la poesía se manifiesta mejor a través de otras formas de expresión, como la pintura y la novela... el hecho de que poetas como Claudel, S. J. Perse y Neruda hayan debido recurrir a la prosa para expresarse poéticamente me parece muy significativo”[16]. De este modo la poesía no se limita a las barreras del poema, la poesía trasciende los géneros literarios, los supera y los amplía, ya que para el mundo moderno, las ideas y los conceptos se han ido transformando según las necesidades de la época,  “no os asombréis entonces de que la poesía desborde el poema, invada la novela y el teatro y se aventure a los meandros del ensayo.  Porque el poema viola el lenguaje, logra también violar nuestra intimidad. La poesía es una forma de violencia”[17]. 

En Gaitán Durán esta búsqueda de una poesía que trascienda los límites del poema e invada la prosa se presenta ante todo en su poema en prosa El libertino (1953).  Para Gaitán el poema se estaba rezagando de la cultura, ya que las formas tradicionales del poema se quedan cortas para contener la complejidad del mundo moderno y planteaba una posible solución con el poema en prosa, porque este permite una síntesis entre el ritmo poético y el discurso de la razón.

Este poema fue escrito luego de su primer viaje a Europa y es un hibrido entre la prosa y el verso, con versos largos y extensas oraciones que desglosan su argumento. En él reflexiona sobre el papel del hombre inmerso en su sociedad, para esto se vale de un personaje como el libertino, que condena y traspasa las barreras morales y se enfrenta a los dioses, a la vez que trata de ser una especie de conciencia de una época y de sus males. Para conseguir sus fines, el libertino, se ampara en la moral y en las conductas establecidas, en cierta forma utiliza los males de la época para su beneficio, de esta manera su conducta es una denuncia al mostrar que las convenciones sociales son mutables, que varían de acuerdo a los intereses personales, difuminando la barrera entre el bien y el mal.

No, nada pudo obligarlo a la primitiva paciencia del océano. Ni el halago de la inequidad. Ni la molicie de los climas sobre la curtida piel del exilio. Otro era el veredicto. Otro el cuerpo del libertino. ¿Los jueces de alto sombrero negro cómo impedirán su regreso? ¿Con qué armas, el gesto definido por su antigüedad y radiante como una mitología de verano?
(…)
El cuerpo del libertino marcha entre monumentos levantados por los pueblos a la indigencia humana.
Todo lo que el hombre ha erigido a imagen de su Dios.
No sólo guerras, religiones, Estados, sino también la esperanza del finado.
No sólo el túmulo, sino también los vientos que llevan la ceniza de los conquistadores hasta el océano”[18].

En palabras de Eduardo Cote Lamus, el poema “El libertino”, se nutre de los poetas contemporáneos y se inserta en la búsqueda estética de una época: “Hoy se advierte un nuevo viraje: la épica. Poetas como T. S. Eliot, Pablo Neruda, Mac Leish, Vicente Aleixandre, vuelven al argumento, a relatar cosas dentro de sus poemas. La lírica a secas se está quedando atrás”[19]. Más adelante Cote Lamus establece las diferencias entre la lírica moderna (en este caso el poema “El libertino”) y la de los románticos. “Pero la épica no funciona aquí, entiéndase bien, como en los románticos. Ellos terminaban y fundamentaban todo en el argumento. La épica moderna tiene por accidente, a veces por mera estructura, lo que para ellos era su fundamento; la unidad de tiempo, indispensable para los románticos, hoy ya no es imprescindible.”[20].

Gaitán Durán incursiona en esa búsqueda de una poesía que trascienda los géneros, al mismo tiempo que interrogan, que exploran un lenguaje que pueda fundar un mundo, transformarlo, ya sea en la irrupción de lo maravilloso en lo real  o en la alteración de la sociedad. En su obra hace preguntas que no se concretan, o plantea la derrota de la palabra al no poder asir lo que nombra, en un vaivén entre la creación artística como victoria ante el mundo, ante sus imposiciones y derrota a la vez al no poder cambiarlo.

Para él, la poesía es conocimiento de nosotros mismos. David Jiménez sigue una cadena asociativa para definir una poética en la obra de Gaitán, para esto se vale de las contradicciones presentes en Gaitán Durán, entre la racionalidad y la irracionalidad, la conciencia y el inconsciente a la hora de la creación poética: “si el lenguaje humano no ha sido hecho para expresar la parte oscura del ser, la poesía es la llamada a sustituirlo cuando el discurso de la racionalidad se desmorona en el intento de penetrar esos territorios”[21]. Y agrega más adelante: “la tarea de la poesía es ofrecernos la visión de nuestra continuidad por un instante recobrada y, sin embargo, perdida eternamente”[22]. En la obra de Gaitán Durán es común que sus poemas nos remitan a lugares que hacen parte de la vida del poeta, como la ciudad de Cúcuta[23], o que hagan referencia a sus viajes y experiencias de vida, como una búsqueda personal, que va desde lo exterior, desde los lugares y la circunstancias hacia el interior del poeta.

FUENTE EN CÚCUTA

El rumor de la fuente bajo el cielo
habla como la infancia.
Alrededor
todo convida a la tórrida calma
de la casa: el mismo patio blanco
entre los árboles, la misma siesta
con la oculta cigarra de los días.
Nubes que no veía desde entonces
como la muerte pasan por el agua[24].

Hay en la obra de Gaitán Durán una constante presencia del paisaje, de la naturaleza, como un regreso a su infancia en un entorno rural, en una ciudad que se mueve entre lo urbano, lo moderno y la calma del campo, las casas con una fuente en medio del patio, el tiempo que transcurre lento, la siesta en lugares que conviven con la naturaleza. Esta presencia constante de recuerdos, de ensoñaciones es una forma de no olvidar sus raíces, su historia, su pasado, aunque sabe que son sólo recuerdos y que jamás serán nuevamente vividos, que tuvieron su tiempo y sólo regresaran evocados, en este caso, en forma de poema.

El acercamiento al lenguaje por parte de Gaitán Durán se da en términos de experiencia vital, esto sin negar el trabajo sobre el poema, sin dejar de ver la poesía como un artificio.  Esta experiencia vital será la que nutra los poemas, de esta manera la poesía está marcada por las vivencias del autor, la obra es influida por su medio y por los acontecimientos que transformen tanto al poeta como a su poesía.  Este plantear la poesía como algo impuro acerca a Gaitán Durán a T. S. Eliot, ya que en la obra del poeta inglés son frecuentes las referencias a episodios o lugares con fuerte significación religiosa, literaria e histórica, además Eliot no reconoce un único sentido o significado a la poesía,: “la gente es aficionada a creer que existe una esencia única de la poesía, susceptible de formulación”[25] que existe un sentido univoco, una definición y una función única de la poesía, ya sea esta la de comunicar.

Estas ideas de Gaitán Durán entran en controversia con Paul Valéry cuando habla sobre la poesía pura. Para Valéry la poesía pura es el fin de la poesía misma, una poesía alejada de todo tipo de referencia biográfica, de experiencias cotidianas o intenciones educativas o utilitarias, además de estar alejada de todo sentimiento del corazón; Gaitán Durán afirma que si la creación es independiente del sujeto conducirá a un estado inhumano, y no como afirmaba Valery: “mediante nuestro deseo llegábamos a la esencia misma de nuestro arte, y que verdaderamente habíamos descifrado el significado de conjunto de las labores de nuestros ancestros, recogido lo que se manifiesta más delicioso en sus obras, compuesto nuestro camino con esos vestigios, seguido hasta el infinito esa pista preciosa, favorecida de palmas y de pozos de agua dulce; en el horizonte, siempre, la poesía pura”[26].

Para Gaitán Durán la poesía pura es una idealización, un deseo de perfección  que no es posible porque la materia misma de la poesía está formada de historia, de vida, de palabras, de sentimientos: “no creo que se pueda hablar de la poesía pura.  El mismo Valéry, su teorizante moderno, lo reconoce así, diciendo que es una entelequia mental irrealizable. Recuerdo perfectamente la inteligente metáfora con que explica esta imposibilidad. Se puede pasar el dedo por la llama pero no dejarlo ahí. La poesía, singularicemos, la lírica debe ser universalista, debe buscar la verdad en todo, aun cuando se diga que es impura”[27].  


2.            EL PROCESO CREADOR.

Para Jorge Gaitán Durán el proceso creador obedece a las necesidades de la época y a la interacción del poeta con su sociedad, de esta forma “las técnicas nacen, se desarrollan y mueren con el cuadro histórico que las hacen necesarias para la expresión”[28].  El proceso creador se ve afectado por las condiciones históricas a las que se ve sometido el poeta, y el resultado, la poesía, esta escrita según las necesidades de la época, ya sean formales o de contenido, de las expresiones que el momento histórico haga necesarias, sin olvidar que para Gaitán Durán la poesía nace: de lo más entrañable de nuestra tierra, de nuestros hombres, de nuestro amor”[29].

Este momento histórico o las características de la época entran en conflicto con el mundo interior del poeta, produciendo un ambiente propicio para la creación, lo que Gaitán denomina ambiente lírico: “al objetivizar las sensaciones vitales en la forma poética, en el choque entre el mundo total y el poeta, se produce un ambiente lírico, donde reside el misterio de la creación desde cuando el hombre necesitó comunicarse con los dioses y le dio cierto ritmo musical a la emoción mágica.  Este ambiente debe ―tanto en el verso, en la fonética, en la rima, en el ritmo― tener una intensidad propia, vivir por sí solo”[30].  Este ambiente lírico es un proceso de invasión de lo estético en el poeta, una especie de posesión que ocurre en el poeta y mediante el cual aparece eso que llamamos poema.  Pero esta invasión no debe ser total, ya que si esto ocurre se corre el riesgo de que mueran los valores éticos. Por tanto la obra poética debe ser la confluencia de la ética y de la estética, deben armonizar para evitar que la obra no caiga en el olvido. “Cuando se da la circunstancia de que la invasión de lo estético es tan inmensa que los valores éticos mueren rotundamente la obra así lograda no tendrá seguramente ninguna vida perdurable, pues se ha llegado a esa literatura suntuosa y vacía que desemboca en la pornografía y en la retórica. Al revés, cuando de la creación se elimina la norma estética y se aparta el artista del eterno concepto de belleza, se cae en esa clase de ‘pastiche’ espiritualista, pazguato y ridículo, alimentado por toda suerte de filisteísmos e hipocresías”[31].

Tratar de ligar la vida y la obra, del mismo modo que se liga la ética y la estética, no son ideas que tuvieran fuerza a finales del siglo XIX si bien se pensaba en eliminar las barreras entre vida y poesía, como en el caso de Rimbaud o de Verlaine, no se planteaba en términos de bondad o de caridad, esto es, el buen poeta es una individuo correcto dentro de su sociedad, ya que para poetas como Baudelaire, “que el poeta crea o no necesario dar a sus trabajos el fundamento de una vida pura y correcta, sólo concierne a su confesor o a los tribunales”[32], de este modo para Baudelaire lo ético no concierne a la creación. No es fundamental para crear una gran obra llevar una vida correcta, para Baudelaire lo fundamental es que nuestra vida alimente nuestra obra, que vida y obra vayan en armonía, como cuando planeta que  Theophile Gautier es un gran poeta, porque es un individuo impecable, exquisito, rodeado de lujos y al igual que cuando plantea que Edgar Allan Poe es un gran poeta, ya que su alcoholismo y su marginalidad eran necesarias para desarrollar su obra.  Caso similar ocurre en Gaitán Durán, ya que considera el poema como un artificio del lenguaje, que no es ajeno al mundo y al yo del poeta, porque el poeta, a la hora de crear, debe tener presente su realidad poética, debe ser consciente de su labor, de que está escribiendo poesía, “lo que importa en la poesía es la honradez, el conocimiento exacto de que se está haciendo poesía y no retórica, el abandono de todo truco y de toda literatura preestablecida con giros y vocablos hechos sobre medidas. Esto, es decir lo importante, implica además empaparse del medio circundante, del hombre, de la condición del siglo”[33]. El poeta debe ser consciente de su momento histórico y debe dar cuenta de ello, sin que esto implique una militancia, el escritor como intelectual debe interactuar con su sociedad y tratar de influir en ella.

Para Jorge Gaitán Durán el hecho de que el poema tenga un principio desconocido, en cierta forma caótico, lo acerca a Valéry, cuando afirma que la génesis del poema viene de un principio de caos que la razón no puede controlar, “el poeta, sin saberlo, se mueve en un orden de relaciones y de transformaciones posibles, de las que no percibe o no persigue más que los efectos momentáneos y particulares que tienen importancia en determinado estado de su operación interior”[34]. El origen del poema se mantiene como un misterio, va de un cierto desorden a un cierto orden; para Valéry, el artista procede de lo arbitrario, el poeta se extravía en las palabras, se embriaga de ellas para luego dominarlas, para darles nuevos sentidos y así evitar el empobrecimiento del lenguaje, su pérdida de significados por su uso, lo que llevaría al empobrecimiento de la poesía misma.  Pero de dónde proviene ese germen primario que da origen al poema, de qué materia está hecho, qué lo hace brotar, no es algo que Gaitán Durán defina directamente. Lo que sí es explícito en él es el trabajo sobre el lenguaje que requiere la labor del poeta, el volcarse sobre la hoja, sobre la materia primigenia para sacar a la luz un poema.

En Gaitán Durán el proceso de composición es similar a un tamiz, un proceso consciente que hace que la poesía no se aleje de la realidad. Este proceso de limpieza elimina del poema el caos y deja lo esencial para que en él habite la poesía. Un ejemplo claro de esto se da cuando habla de la obra del poeta venezolano Vicente Gerbasi. Dice Gaitán Durán: “no ha llegado todavía a la poesía de Gerbasi el momento de la depuración, el instante en que las materias dispersas comienzan a ordenarse bajo el invisible mandato de la limpidez”[35].  Este ordenarse de las materias primas es el dominio del lenguaje por parte del poeta, su trabajo es hacer que su lenguaje le obedezca a partir de sus necesidades expresivas para que el poema tenga sólo las palabras que necesita. Gaitán Durán plantea la limpieza de las palabras en el poema luego de su oscuro nacimiento, que su obra contenga las palabras necesarias, mas no dice que la poesía purifique el lenguaje, como lo hace Valéry, para quien el lenguaje con el paso del tiempo se empobrece porque se hace más práctico, las palabras pierden su fuerza, se van desgastando y perdiendo su valor, su importancia debido al constante y cotidiano uso. Para Valéry la poesía sería una forma de rescatar el lenguaje, las palabras, de limpiar el lenguaje y de evitar el empobrecimiento de la poesía misma.

Gaitán Durán en su columna Escrutinio del diario El Espectador nos dice con respecto a este problema: “el creador inventa permanentemente la gramática. Dicho de otro modo, le impone su dignidad expresiva a la dignidad de las normas tradicionales del lenguaje. Su gestión, ciertamente, no es cortés, ni ecléctica.  Pero la violación de las palabras no tiene como objeto mantenerlas en abyección sempiterna. Las esclaviza ―digámoslo así― para otorgarles una nueva realeza, un esplendor original”[36]. En cierta forma, el escritor le otorga una nueva vida a las palabras, les otorga un nuevo lugar en el mundo, pero para ello el escritor debe conocer su lenguaje, debe dominar su gramática, de lo contrario ocurrirá el efecto opuesto al planteado por Gaitán Durán, el escritor se verá esclavizado por el lenguaje, por la gramática, no será un gran escritor, ya que el lenguaje lo domina y le impide expresar lo que desea.  Al respecto nos dice Baudelaire, en palabras de Théophile Gautier, que el gran poeta es aquel que domina el lenguaje, porque si un poeta no puede expresar algo es debido a su incapacidad para hacerlo y no a lo insondable de una idea, “el escritor que no sabía decirlo todo, aquel a quien una idea extraña, por muy sutil que fuera, por muy imprevista, como una piedra que cayera de la luna, cogía desprevenido y sin material para darle cuerpo, no era un gran escritor”[37], Baudelaire toma las palabras de Gautier para afirmar que lo inexpresable no existe, y que el poeta debe estar preparado para expresarlo todo.  Este dominio de las palabras sobre el hombre implica también un dominio de la sociedad, de lo establecido, por eso las imágenes que usa Gaitán Durán son fuertes, habla de violar las palabras, de esclavizarlas, como una forma de enfrentarse a las instituciones, al mundo dominante.

En su ensayo sobre el Marqués de Sade, El libertino y la revolución, Gaitán Durán plantea que es el mismo estado quien permite las acciones del libertino, ya que sus medios de represión permiten todo el derroche de placer, de lujuria por parte del libertino, como una forma de negar al estado. Para Gaitán Durán la sociedad critica a Sade, por lo que lo juzga, no es debido a su desvarío sexual, o a su libertinaje moral, ya que: “una colectividad podría hasta aceptar cierta libertad de costumbres e, incluso, cierto libertinaje; pero de ninguna manera una obra literaria que transformara en signo de dicha libertad y dicho libertinaje y les diera, por tanto, un carácter aclarador y universalista”[38].  El temor que tiene la sociedad a  Sade se debe a su fuerza, a su lenguaje, a su obra, ya que ésta libera al hombre Sade de su medio, lo hace libre de la moral y de los valores dominantes, para crear su propia moral y sus propios valores.

De la misma forma el poeta se enfrenta con las palabras, con su dominación social y la única forma de salirse de ese dominio es violando el lenguaje, creando una forma nueva y propia de decir las cosas. “La literatura es el único lenguaje que puede decirlo todo, pero Sade es el único escritor que ha asumido el riesgo de decirlo todo con la literatura”[39]. Para Gaitán Durán la literatura “no es solamente una estética de la filosofía, sino también una ética de la palabra”[40]. De esta forma la poesía tiene como función liberar al hombre de las convenciones sociales, de las ataduras morales y de darle el estatus de individuo.

Gaitán Durán no hace una distribución tipográfica del poema en toda el cuerpo de la hoja en blanco, no hay juegos plásticos con el poema, ya sea que este tenga una forma especial como los caligramas o que se utilice la ruptura abrupta de oraciones y su continuación versos más adelante, tampoco se afectan los espacios entre palabras y los signos de puntuación, lo que permitiría al lector realizar una lectura del poema a partir de la disposición tipográfica, de la plasticidad.  Los poemas de Gaitán Durán obedecen a estructuras más tradicionales, como los sonetos, en estos logra atenuar el sonido de la rima mediante los encabalgamientos, ya que el lector lee oraciones completas, las cuales terminan a la mitad del verso siguiente y no al final de cada verso, lo que haría más evidente rima en el poema, permitiendo una lectura más fluida del poema, que está no se corte al final de cada verso.

SÉ QUE ESTOY VIVO

Sé que estoy vivo en este bello día
acostado contigo. Es el verano
acaloradas frutas en tu mano
vierten su espeso olor al mediodía.[41]

Para Gaitán Durán el poema, su contenido, no representa un problema, ya que es el intelecto el que le da forma al texto. Gaitán Durán labra el poema para expresar sus ideas, para decir lo que él quiere decir.




3.  LA RELACIÓN ENTRE POESÍA Y SOCIEDAD

Jorge Gaitán Durán nace en los años 20 en una ciudad de provincia y crece a la par que los problemas sociales y la violencia del país, en 1928 ocurre la masacre de las bananeras y en los años 30 inicia el periodo de la república liberal y el ascenso del populismo de la mano de Jorge Eliecer Gaitán.  Gaitán Durán comprende los matices de esta violencia y toma una posición crítica ante la misma, esta posición lo lleva a formar parte del grupo de intelectuales que se toman la Radiodifusora Nacional el 9 de abril de 1948, día del asesinato del caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán, por lo que es perseguido, se refugia en su tierra natal y tiempo después abandona el país y viaja a Europa.

Este viaje le permite entrar en contacto con la cultura europea, con  los intelectuales y  colombianos exiliados en la época. Al respecto afirma Pedro Gómez Valderrama, “este fue el momento trascendental en su vida, en el cual decidió definitivamente dedicarse a la literatura y alejarse por un tiempo del ambiente político violento que asediaba al país. ( …)  Viajó hacía Francia en el buque “Isigny” en 1950. A bordo empieza su Diario, que es una de las obras más memorables e importantes de su obra literaria”[42].

Jorge Gaitán Durán, el poeta, empieza a sentir un profundo compromiso para con su país y con su tiempo, que se verá reflejado, no sólo en su poesía y sus artículos de prensa, sino ante todo en la revista Mito, ya que como poeta, como intelectual, no puede ser ajeno a lo que ocurre en el mundo, porque para él: “toda poesía es social. Interpreta el medio universal al cual está supeditada fatalmente, y se ve condicionada por el medio singular de cada país. Toda poesía que no responda a una realidad social, no importa que adopte para su expresión el camino subjetivo u objetivo, será una poesía mediocre, casi diríamos nula, cero”[43]. Recordemos que para Gaitán Durán la poesía es producto de su tiempo y el poeta es ante todo el intérprete del mismo. El poeta, como el intelectual, puede a través del lenguaje realizar transformaciones sociales, puede liberarse de las ataduras sociales por medio de su obra y por medio de las rupturas que plantea su obra, puede alejarse y mirar a su sociedad, hacer que ella se vuelque sobre sí misma. Al respecto afirma David Jiménez “Gaitán se encuentra en plena euforia con respecto al porvenir y ve amplias posibilidades de influir en él a través de la crítica, el debate y la escritura”[44], además, considera que la función del intelectual en tiempos modernos es “sustentar, contracorriente, la vigencia de otras metas más elevadas”.

Los años 50 tuvieron como figura central y motor de la intelectualidad a Jean-Paul Sartre, quien propendía por el compromiso de los escritores. Sartre consideraba la palabra como una acción revolucionaria, con poder político y moral, capaz de realizar transformaciones en el mundo.  Es natural que en los planteamientos de Gaitán Durán se hallen ecos de Sartre, ya que éste vivió muy de cerca todas las discusiones de la época, principalmente en los cafés en París y en sus viajes por Europa y Asia. Encontramos una cercanía entre Sartre y Gaitán Durán cuando el filósofo francés plantea que los escritores deben escribir sobre sus países y sobre los problemas que los aquejan en su tiempo. “El escritor tiene una situación en su época; cada palabra suya repercute. Y cada silencio también”[45]. Gaitán Durán al modo de Sartre, dice en su diario: “La época condiciona ―no determina; la época es invención de lo posible.  Del hecho de que Maiacovski y Eisenstein hayan interpretado con genio los primeros años de la revolución, no se deduce que Simonov y Tchiaurelli reflejen fatalmente la gloria o la mediocridad del presente. Aquellos influían humanamente en la historia;  éstos se resignan a ella”[46].  Pero se aleja de Sartre  cuando éste afirma que: “Nosotros escribimos para nuestros contemporáneos y no queremos ver el mundo con ojos futuros  sería el modo más seguro de matarlo, sino con nuestros ojos reales, con nuestros verdaderos ojos perecederos. (...) es aquí mismo, mientras vivimos, donde los pleitos se ganan o pierden”[47], ya que Gaitán Durán piensa que las obras deben ser eternas, deben perdurar en la historia, si bien son producto de una época determinada, esto no las hace perecederas, sino que las universaliza, las hace atemporales, porque logran captar una época y sus inquietudes, logran descifrar un momento histórico determinado y los miedos, sueños y angustias que abruman a los hombres.

Para Gaitán Durán es fundamental que el artista conozca su sociedad, para que produzca una verdadera obra, que el poeta sea consciente de las transformaciones que se están produciendo en su tiempo y de cómo éstas afectan el mundo. Alejarse del mundo para crear una obra es, para Gaitán Durán, condenar la obra misma, ya que es la vida la materia principal que le da el toque de universalidad y de eternidad a la poesía, “si el creador se aísla, le vuelve la espalda a lo más esencial de su tiempo, entonces sin un material verdadero y vital, la forma y el contenido serán anacrónicos, casi siempre exprimidos de las bibliotecas y de los museos, y quedarán dentro de las corrientes universales a lo más como curiosidad, como un objeto de colección carente de valor imperecedero”[48]. 

Gaitán Durán se acerca a Eliot, cuando éste afirma que, “las gentes no sólo sienten el mundo en forma diferente en diferentes lugares, sino también en tiempos diferentes. En realidad, nuestra sensibilidad cambia constantemente, así como cambia el mundo que nos rodea”[49]. Encontramos que ésta era un preocupación presente en los escritores de la época sin importar su tradición, Sartre afirma algo parecido cuando dice: “estimamos que un sentimiento es siempre la expresión de cierto modo de vida y cierta concepción del mundo que son comunes a toda una clase o toda una época y estimamos también que la evolución de este sentimiento, no es el efecto de no sabemos qué mecanismo interior, sino de esos factores históricos y sociales”[50]. La forma de sentir era una de las preocupaciones fundamentales de los artistas e intelectuales de la mitad del siglo XX, necesitaban [o “era imperativo” o “era fundamental”] saber en qué forma su época les condicionaba sus pensamientos y sentimientos, poder delimitar su individualidad de las ideas y valores colectivos.

Fernando Charry Lara en su ensayo sobre Gaitán Durán, afirma que el poeta nortesantandereano tuvo la inclinación por la poesía como expresión de una sociedad, y el poeta como un individuo colectivo, que aunque no cante o denuncie las injusticias, está siempre a favor del ser humano.  Charry Lara plantea que la poesía de Gaitán Durán es de una honda expresión humana más que individual, que utiliza su voz para integrarse a una colectividad, al respecto dice de su libro Presencia del hombre, “El poeta quiso objetivar su acento: no son sus personales angustias las que le obsesionan, sino aquellas en que interviene el sino de la colectividad. El hombre, el semejante, el hermano, se hacen presentes. Una esperanza de redención se agita en ese libro vibrantemente, si afirma con orgullo la soberanía del hombre, es asimismo para reclamar el deber imperioso de su libertad. La voz de la poesía anhela confundirse con la voz humana”[51].

Aunque estas preocupaciones están más presentes en su prosa que en su poesía, es en su libro Asombro donde se puede apreciar mejor esa relación del poeta como conciencia y como oráculo, del poema como canto colectivo y como elemento activo que puede producir acciones en sus lectores, ya sea por la contundencia de sus palabras o por las imágenes  de su texto.

Ven a la feria de los embaucadores
donde los gitanos venden en sus pailas
la amarillez del cobre
y la primera masturbación desnuda
a las falsificadas bailarinas de Oriente,
ven a escuchar las carcajadas de los payasos
que al durísimo vello del pubis impresionan.
Sal de tu antigua caja de música
y saborea la prominente avellana del riñón
hasta que rompas la oscura lápida que hay sobre ti
tapando frescas olas de pasión y siempreviva[52].

En este libro se aprecia la preocupación de Gaitán Durán por que su obra sea una especie de conciencia, por ello el poema es un llamado de atención a la corrupción que hay en el mundo, es una invocación a una sociedad enferma, para que se vea a sí misma y contemple su podredumbre, a la vez que es un canto al hombre y al mundo, en el que los poemas están cargados de adjetivos y de oraciones grandilocuentes que magnifican los hechos que son narrados como una forma de que el lector se impresione por la crudeza en que los poemas son narrados.

Gaitán Durán nos dice que es el poeta, algunas veces, es culpable de la separación entre poesía y sociedad. Este alejamiento se da al darle el poeta a la poesía un lenguaje ritual, alejado de su comunidad, afirmando que se presenta un acercamiento en obras de poetas como Vallejo y Pound, porque ellos expresan las preocupaciones, sentimientos y anhelos del hombre contemporáneo. En la columna Escrutinio del diario El Espectador del 31 de julio de 1960 nos dice: “‘Cuánto más bello el poema, más eficaz’, me decía, hace poco, en París, Blas de Otero, lema tan justo explica quizás el interés que despierta, junto con Octavio Paz, entre las nuevas generaciones de América y España. Ambos ―muy diferentes por su formación cultural y su estilo― coinciden en la tentativa de expresar la angustia y las reivindicaciones de la humanidad en nuestro tiempo, con prístino y tenso idioma poético”[53].  Se aprecia, en esta afirmación, una búsqueda formal, un intento por acercar al lector al poema, por medio de un lenguaje más cercano, ya no ritual sino cotidiano, un lenguaje más cercano al lector. El poema aboga por los padecimientos humanos y esto se da mediante la influencia de la época en la obra del poeta y la capacidad del poeta para aprehender su tiempo dentro de su obra,

Para Gaitán Durán hay un abismo entre la poesía y la sociedad, presente ante todo por no tener ésta una función determinada. Aunque pretende saltar este abismo mediante la acción social del poeta, mediante su compromiso ético con su obra y con su tiempo, sin hacer de su poesía materia de promoción política o religiosa. Para él la poesía sigue teniendo principios sagrados, a pesar de los intentos del hombre por desacralizarla, mantiene ella su elevada esencia y su camino exigente para asirla y mantenerla como compañera de viaje.


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________________________________________
[1] Conferencia presentada en la conmemoración de los 50 años del fallecimiento de Jorge Gaitán Durán. Banco de la República, Área Cultural sucursal Cúcuta. Noviembre 22 de 2012
[2]  Micheli Mario de. Las vanguardias artísticas del siglo XX. Primer Manifiesto surrealista. Alianza. Madrid. 1993.  Pg. 348.
[3]  Gaitán Durán, Jorge. Un solo incendio por la noche, Obra crítica, periodística y literaria recuperada. Casa de Poesía Silva.  Bogotá.  2004. Pg 147.
[4]  Ibid.  Pg. 79.
[5]  Jiménez David. Jorge Gaitán Durán. Pensamiento Colombiano del siglo XX. Tomo I. Pontificia Universidad Javeriana. 2007. Pg. 280.
[6]  Eliot T. S.  Función de la poesía y función de la crítica. Barcelona. Tusquets. 1999. Pg. 52.
[7] Op. Cit. Gaitán Durán. Un solo incendio por la noche. Pg. 141. (1947).
[8] Ibid. Pg. 141.
[9] Ibid. Pg. 141.
[10]  Ibid. Pg. 93.
[11]  Ibid. Pg. 93.
[12]  Ibid. Pg. 70. 1947.
[13] Ibid. Pg. 94. 1948.
[14]  Op. Cit. Gaitán Durán. Un solo incendio por la noche. Pg.  86.
[15]  Ibid. Pg. 73.
[16]  Ibid. Pg. 182.
[17]  Op. Cit. Gaitán Durán Jorge. Obra literaria. Poesía y prosa. Pg. 292. (1959).
[18]  Op. Cit. Gaitán Durán Jorge. Obra literaria. Pg. 130.
[19] Cote Lamus Eduardo. “Claridad y universo moral en el libertino”. Textos sobre Gaitán Durán. Ediciones Casa Silva. Bogotá. 1990. Pg. 94.
[20]  Ibid.  Pg. 94.
[21]  Op. Cit. Jiménez David. Jorge Gaitán Durán. Pg. 299.
[22]  Ibid. Pg. 299.
[23]  La ciudad de Cúcuta aparece de forma directa en otros poemas, Valle de Cúcuta y Por la sombra del valle.
[24]  Op. Cit. Gaitán, Durán. Obra literaria. Pg. 152.
[25]  Op. Cit. Eliot T. S. Función de la poesía y función de la crítica. Pg. 27.
[26] Valéry, Paul. Teoría poética y estética. Visor. Madrid. 1998. Pg. 18.
[27]  Ibid. Pg. 73. (1947)
[28] Op. Cit. Gaitán Durán, Jorge.  Obra literaria. Poesía y prosa. Pg 222. – 1951.
[29] Ibid. Pg. 97.- 1948.
[30] Op. Cit. Gaitán Durán, Jorge.  Un solo incendio por la noche.  Pg 96 – 1948.
[31] Ibid. Pg. 117 – 1949.
[32] Baudelaire Charles. Crítica literaria. Visor. Madrid. 1999. Pg. 208.
[33] Op. Cit. Gaitán Durán. Un solo incendio por la noche. Pg. 136 - 1947
[34]  Op. Cit. Valéry Paul. Teoría poética y estética. Pg. 37.
[35]  Op. Cit. Gaitán Durán Jorge. Un solo incendio por la noche. Pg. 137- (1947).
[36] Ibid. Pg. 513-514 -1960
[37] Op. Cit. Baudelaire Charles. Pg. 197.
[38] Jurado Valencia Fabio. Mito 50 años después (1955 – 2005). Gaitán Durán Jorge. Sade contemporáneo.
Lumen – Universidad Nacional de Colombia. Colombia. 2005. Pg. 39.
[39]  Op. Cit. Gaitán Durán. Obra literaria. Pg. 409.
[40]  Ibid. Pg. 409.
[41] Op. Cit. Gaitán Durán Jorge. Obra literaria. Pg. 171.
[42] Gómez Valderrama Pedro. Jorge Gaitán Durán. Procultura Nº 23. Bogotá. 1991.
[43]  Op. Cit. Gaitán Durán.  Un solo incendio por la noche.  Pg 74 – 75. (1947).
[44]  Op. Cit. Jiménez David. Jorge Gaitán Durán. Pg. 292.
[45]  Sartre Jean-Paul. ¿Qué es la literatura?. Editorial Losada. Buenos Aires. 1969. Pg. 10.
[46]  Op. Cit. Gaitán Durán. Obra literaria. Poesía y prosa. Pg. 245. (1952)
[47]  Op. Cit. Sartre Jean-Paul. ¿Qué es la literatura? Pg. 11.
[48]  Op. Cit. Gaitán Durán. Un solo incendio por la noche. Pg. 142. (1947)
[49]  Op. Cit. Eliot. T. S. Sobre la poesía y los poetas. Pg. 13.
[50]  Op. Cit. Sartre Jean-Paul. ¿Qué es la literatura? Pg. 16.
[51]  Charry Lara Fernando. Lector de poesía y otros ensayos inéditos. Editorial Random House Mondadori. Bogotá. 2005.Pg. 101.
[52]  Op. Cit. Gaitán Durán Jorge. Obra literaria. Pg. 99.
[53]  Op. Cit. Gaitán Durán. Un solo incendio por la noche. Pg. 424. (1960)