TRES
VOCES DE LA POESÍA MODERNA
Rainer Maria Rilke
(Elegías del Duino), Thomas Stearn Eliot (La tierra baldía)
y Paul Celan
(Amapola y memoria)
Por: Saúl Gómez Mantilla
Uno
de los rasgos principales de la poesía moderna es su oscuridad, la sensación de
extrañeza del lector al encontrarse con poemas que tienen poca relación entre
su forma y su contenido. Pero es a la vez esta extrañeza, la que hace que los
lectores regresen constantemente a los poemas. Lo que se denomina poesía
moderna, y que tiene su origen en Charles Baudelaire, tiene sus rasgos de
continuidad; algunos aspectos característicos de ésta poesía han pasado de una
tradición a otra, han sido retomados y ampliados por otros poetas, tomando los
elementos que necesitan para desarrollar su obra, dependiendo del momento
histórico en que se encuentren. Aunque para Marcel Raymond, los inicios de la
poesía moderna pueden rastrearse desde algunas posturas de poetas románticos
franceses, alemanes e ingleses. Según Raymond buscar los orígenes de la poesía
actual nos puede remitir al pre-romanticismo europeo y más exactamente a poetas
como Novalis, Blake, Shelley, entre otros[1].
La
poesía moderna no está escrita para ser memorizada, ni recitada, ya que se
presenta cierta dificultad para seguir el contenido de un poema, ya no se
narran historias, ni se relatan aventuras, tampoco se centran en el yo del
poeta. La poesía actual deslumbra por su belleza, por la musicalidad de las
palabras aunque no se tenga certeza de lo que el poema dice. Hugo Friederich en su libro La estructura de la lírica moderna define
la ininteligibilidad del poema como disonancia,
y agrega que esta disonancia se presenta en otros aspectos del poema como en:
“ciertos rasgos de origen arcaico, místico y ocultista (que) se dan en
contraste con un agudo intelectualismo, ciertas formas muy sencillas de
expresión concurren con la complicación de lo expresado”[2]. Esta extrañeza no se
presenta porque el poema moderno no hable de cosas cercanas y cotidianas, lo
que hace es deformarlas y expresarlas de un modo extraño, otras veces lo que
sucede es que dada la cercanía y el
detalle con que las aborda, las cosas parecieran deformadas y expresadas de
forma extraña.
Tres
representantes de esta poesía son: Rainer Maria Rilke, Thomas Stearn Eliot y Paul
Celan. Tres poetas europeos[3] del siglo veinte,
herederos de la tradición iniciada por Baudelaire y continuada por Mallárme y Valéry. Si bien tienen rasgos en común, como el de
evitar la familiaridad comunicativa del poema, también hay en ellos rasgos que
los distinguen entre sí, como el tratar o no temas históricos o evitar la
presencia en el poema de un yo poético que se relaciona con el poeta. Para
tratar de mostrar estos aspectos se tomará un tema común en la poesía, como es
la muerte, pero tratado con las formas y las preocupaciones de los poetas
modernos.
Al
acercarnos a las Elegías de Duino
de Rilke, el desconcierto es considerable, ya que las elegías nos llevan al
mundo frenético dentro del poeta, del mismo modo que fueron compuestos los
poemas, como si el poeta fuese poseído, así se acerca el lector a estos poemas.
Las elegías le llegaron a Rilke en desbandada, como dictadas, según afirmaciones
del propio Rilke, le había sido dado,
y diez años después las termina con la misma fuerza con que iniciaron. Las Elegías de Duino cuentan con un
rasgo fundamental de la lírica moderna y es interrogar en el poema sobre la
poesía, hacer de la poesía su propia materia, que el poema interrogue sobre sí
mismo, lo que se acerca a lo que Valéry llamó poesía pura, que es
aquella despojada de todo sentido anecdótico, político, independiente del
sujeto que la escribe. Las Elegías de Duino son toda una
construcción, un trabajo con el lenguaje, el poema es considerado como una
cosa, como un artificio del lenguaje.
Tal vez por ello su oscuridad y el desconcierto del lector al
leerlo. La muerte en las elegías está
directamente ligada con la vida, por eso: “Florecer
y marchitar es algo que simultáneamente conocemos”[4], ya que los ángeles ―protagonistas
de los poemas― no distinguen entre el reino de los muertos y el de los vivos. Los
ángeles son terribles por su belleza y es tal que: “suponiendo que un ángel me tomase contra su corazón: me extinguiría
ante su existencia más fuerte”[5].
La muerte en Rilke es lírica, es presentada de una forma bella, aunque: “el estar muerto es penoso y está lleno de
recuperación, para que gradualmente se sienta un poco de eternidad”[6],
porque para el narrador albergar la muerte de una manera dulce es un hecho
indescriptible.
Para
Eliot, en su libro La tierra baldía,
y más específicamente en su poema El
entierro de los muertos, la muerte hace parte de la tierra, porque ésta se
encuentra estéril, el poema inicia:
Abril es el mes más cruel, criando / lilas de
la tierra muerta, mezclando / memoria y deseo, removiendo / turbias raíces con
la lluvia de primavera”[7].
La muerte se
extiende a la naturaleza y es la desolación la que se le presenta al hombre el árbol muerto no cobija, el grillo no
consuela / y de la piedra seca no mana agua[8].
Además la muerte aparece implícita en otros
fragmentos del poema, como en las cartas de Mademe Sosostris, y se presenta a
lo largo del libro, como en el poema Muerte
por Agua. La muerte llega a otros espacios, como la ciudad, sus ríos, una multitud fluía por el puente de Londres,
tantos, / que no creí que ha tantos arrebatase la muerte[9].
El poema termina con una imagen desconcertante, rasgo característico de esta
poesía que buscar desdoblar la realidad: “Ese
cadáver que plantaste el año pasado en tu jardín, / ¿ha empezado a retoñar?
¿Florecerá este año?”[10].
Eliot hace referencias directas a
lugares reales y personajes de la literatura, los toma para dar mayor
fragmentación al poema, para que las voces que atraviesan el poema se mezclen
sin que estos pierdan unidad, ya que el hecho de que se penetren unos con otros
evita que se disperse el poema.
Por
su parte Paul Celan, se acerca a la muerte como un hecho vivencial, en palabras
de Gutiérrez Girardot, “su poesía está sostenida por su sufrimiento de tal modo
que cabe decir que en él vida y poesía constituyen una unidad absoluta”[11]. Esta unión de vida y
poesía no se da como pretendían los surrealistas al intentar hacer de la vida
un hecho poético, sino que Celan por sus historia personal y por los hechos
históricos que vivió, trata de sacar sus demonios por medio de la palabra: “Quizá lo nuevo en los poemas que hoy se
escriben es precisamente esto: ¿aquí se intenta de la manera más clara mantener
tales datos en la memoria?[12]. La muerte en Paul Celan
hace referencia a hechos reales, como en el poema Álamo temblón, que hace habla de la muerte de su madre o en Fuga de la muerte, en el que la muerte
es el motivo que atraviesa el poema: cavamos una fosa en los aires no se yace
allí estrecho... la muerte es un Maestro Alemán su ojo es azul / él te alcanza
con bala de plomo su blanco eres tú[13]. Celan trata de hacer memoria a través de sus
poemas, aspecto que lo distingue de Rilke y de Eliot, ya que para ellos la
poesía no intenta comunicar hechos determinados, se alejan directamente de su
aspecto comunicativo, esto no quiere decir que Celan trate de educar o de
mostrar determinados hechos en su especificidad, Celan toma los hechos y los
expresa poéticamente, hace memoria del sufrimiento de su pueblo, de toda la
tragedia que significo el holocausto, pero no tratando de denunciarlo, toma
esos hechos y los poetiza y tal vez por su cercanía es que ellos se nos
presentan oscuros.
Según
Friedrich, la crítica clásica le atribuye a la poesía moderna valores
negativos, pero que no fueron utilizados despectivamente, tales como: “desorientación,
disolución de lo corriente, sacrificio del orden, incoherencia, fragmentarismo,
reversibilidad, estilo en series, poesía despoetizada...”[14],
algunas de estas características se aprecian fácilmente en Rilke, Eliot y Celan,
como el fragmentarismo, la incoherencia o la poesía despoetizada; si miramos a
estos autores con los ojos de la poesía anterior, nos resultaría su obra completamente
extraña y ajena a nosotros. Pero lo importante de ella es que responde a las
búsquedas y a las intenciones de toda una época. Además de exigirle al lector
el conocimiento de su tradición literaria y de su historia. Para acercarse a un
poema moderno, se necesita ser un lector avezado e inquieto, tener el
conocimiento para enfrentarse a las formas de la poesía moderna. A este aspecto
específicamente se refiere Gutiérrez Girardot al pensar en el lector de la obra
de Paul Celan: “el lector de la poesía de Celan no ha de ser un lector ajeno a
la historia, interesado solo en los procedimientos, en los tropos y metáforas,
en poesías para estetólogos y anglolinguistas, sino que ha de poder percibir
que todo poema tiene inscrito su ‘20 de enero[15]’.
Otro
rasgo moderno es la aparición de la literatura dentro de la literatura, es un
aspecto que se presenta en estos tres poetas, principalmente de la Biblia y de
la literatura clásica, como elementos que ayudan a la unidad del poema. En
Rilke hacen parte de las Elegías del
Duino algunas leyendas de la Iliada y personajes bíblicos como Sansón. Caso
similar ocurre en La tierra baldía de
Eliot, pero manejados de una forma distinta, ya que en Rilke, estos personajes
no tienen voz, simplemente se narran sus acciones para articular ciertos
pasajes del poema. En Eliot están presentes las voces de Tiresias, Filomena y
su hermana Progne convertidas en aves, Phlebas
el fenicio, entre otros, que se mezclan entre sí, para crear un alejamiento
entre el yo del poeta y el poema mismo. Eliot toma estas situaciones para expresar
ciertos sentimientos sin nombrarlos, a través de lo que él llamo el correlativo objetivo. Por su parte Celan es más íntimo en el uso de
esos personajes, porque lo hace para reflejar la tragedia, de esta forma son
nombrados Jasón, Margarete, o Sulamit. También Celan nombra a seres reales,
como el caso de su madre, esto lo hace para hacer memoria, ya que la madre del
poeta aparece en muchos de sus poemas: estrella
redonda, tú enroscas la cola dorada. / el corazón de mi madre fue herido con
plomo[16],
o El alma de tu madre ayuda a capear
la noche, escollo a escollo.
El
uso de la literatura dentro de la literatura, de las voces, la forma en que son
presentados los temas, la anormalidad sintáctica y la fragmentación hacen que
estos poemas se vean como un trabajo estético, más que como una expresión del
yo del poeta. Aunque reflejen una
profunda angustia han pasado por el filtro del trabajo sobre el lenguaje. Los
poetas modernos, en palabras de Friederich, tienen como propósito manifiesto: “no
escribir para la eternidad, sino a lo sumo para un futuro desconocido, frente
al cual su obra sólo pretende ser un experimento momentáneo, aunque para
parecer futuro rompa con el pasado, incluso el más reciente”[17].
Notas
[1] Raymond Marcel, De Baudelaire al
surrealismo. Fondo de cultura económica. México. 2002. pg. 9-10.
[2] Friedrich Hugo, La estructura de
la lírica moderna. Seix Barral. Barcelona. 1974. Pg. 22.
[3] Al respecto,
T. S. Eliot, a pesar de ser norteamericano se inscribe en la tradición europea
y se afirma en ella.
[4] Rilke, Rainer
Maria. Elegías de Duino, Sonetos a
Orfeo. Torres Agüero Editor. Buenos
Aires. Pg. 47.
[9] Ibid. Pg. 60.
[10] Ibid. Pg. 62.
[11] Gutiérrez
Girardot, Rafael. Entre la ilustración y el expresionismo. Fondo de cultura económica. Colombia. 2004. Pg. 220.
[14] Op. Cit. Friederich Hugo. Pg. 30.
[15] Op. Cit.
Gutiérrez Girardot. Pg. 225. La
referencia que hace Celan a un 20 de enero quiere decir que todo poema tienen
una referencia histórica determinada. Según Gutiérrez Girardot, Celan se
refiere primero a una narración de Georg Büchner que comienza “El 20 de enero
Lenz caminaba por la sierra” y la otra referencia es al 20 de enero de 1942,
cuando se dio la llamada “Reunión de Wannsee”.
[16] Op. Cit. Celan Paul. Pg. 51.
[17] Op. Cit. Friederich Hugo. Pg. 185.