martes, 5 de diciembre de 2017

LA LUZ DE LOS PECES


La luz de los peces

Por: Saúl Gómez Mantilla
  
La poesía como un descubrimiento, una búsqueda del ser, de reconocer que se es a través del lenguaje; como una forma para expresar los miedos, alegrías, dudas y sueños que la niñez y la adolescencia traen consigo. La poesía como una posibilidad, entre tantas otras, para ver y entender el mundo, una forma de relacionarnos con nuestro país y de afrontar la época en que vivimos.
Si ese reto lo asumimos desde chicos y forjamos un mundo a través de las palabras, le damos nombre y significado, lo matizamos a través del lenguaje, la esperanza surge como un nuevo derrotero para el país que se construye luego de más de 50 años de violencia.
Las Plumas Errantes, surgen del proceso Súbete a la escena de Idartes y se reconocen como un colectivo que tiene como arma a las palabras y con ellas, apuntan al pecho de los lectores, para sembrar esperanza y sueños en sus corazones. Porque la mirada de la niñez se va cargando del asombro al ver cómo surgen los poemas y como ellos forman un objeto mágico llamado libro.
La luz de los peces reúne poemas escritos en un periodo de tres años, que han ido forjando una identidad y han crecido a la par que sus autores, que se han transformado y ahora salen al público, para ser leídos y valorados por su belleza y por el universo que inauguran.



            PRODIGIOS

a Arthur Rimbaud

Un ser idolatrado,
una maldición temprana,
la vida se esfuma
al atentar contra la tinta.

Roció la guerra con palabras
sin curar este patio.

Un navegante ebrio
al cual le fue imposible
remendar su terquedad.

Johan Mateo Wilches Rincón - 2007






            OLGA OROZCO


La palabra
suena como el canto
de un gato,
la sombra persigue su mirada
y un vuelo de palomas de invierno
alcanza su corazón.

Daira Camila González Abril - 2002





   
            EL REFLEJO DE LA LUNA


El mar es nuestra vida
por el que crece un corazón
y es una luna roja
su reflejo
por la oscuridad que se juega.

Porque algo te gusta
pero, al otro día es un sueño
que disfrutaste.

Porque la tierra
se metió en la mente
por nuestro cuerpo,
parece una broma del universo
porque el universo se acaba
y lo que existe
es alguien más poderoso.

Cristian Javier Cárdenas Patarroyo - 2005




  
            EL MAR

La muerte se confundirá con tus sueños.
Álvaro Mutis

El viento de agua
azul y profundo,
el cielo oscuro que arrastra
el chorro de arena
al abundante
muerto en el mundo,
y las tormentas vecinas
son la sonrisa del alma.

El reflejo del poeta guarda
en sangre, las cenizas de las algas
la luz de los peces
y el deseo de la noche.

Laura Estefanía Avendaño Patarroyo - 2005





               TABÚ
           (Piel de Asno)

La perversión de un hombre
que cumple la promesa
egoísta de una muerta
lo fuerza a buscar por la intemperie interminable
una bella mujer a la cual poder conyugar.

Al no tener éxito en su expedición
encuentra en su única hija
la satisfacción de cumplir
una promesa enferma.

Cristóbal Tapia Martínez - 1999




  
             Aborigen

El olor del pasado
me recuerda
bosques de Guacarí
con sus hojas de oro
plantados en suelo virgen.

Mis ancestros dibujan palabras
en nubes de arroz,
vuelan sobre un cielo
que hilan con algodón.

Tatiana Soriano Moreno - 2000




  


Somos como una vela encendida
yo soy la cera y tú el pábilo,
la cera se agota cada vez más
pero, la llama sigue viva
y tú decides separarte
y saltar a otra fuente de vida.

 Juana Korina Hurtado Melo - 2005




  
  
               CUANDO CAE LA LLUVIA

 Un atardecer muy blanco
una nube sin sentido llegó,
No se le esperaba, de repente llovió.
Se encerraron en las casas,
llovió tanto que el agua llegaba hasta las rodillas.

Contando del uno al diez para mirar
el nivel al que llegaba el agua.
1, 2, 3, subió; no sabían cómo pararlo,
4, 5, 6, seguía subiendo.

Pensaron que fue un castigo del mundo,
quitaron toda la electricidad; pero, aún subió 8, 9, ya casi llegaba a 10.

Recogieron toda la basura y bajó a 8,
pero, aun así, llovía.

Recordando a todas las personas
empezaron a buscarlas en las sepulturas
y seguía bajando, 7, 6, 5,
la lluvia se dispersaba
ya ni siquiera sabían dónde terminaba el mar.

Pasaron toda la noche concentrados
en el nivel de la lluvia.

Al día siguiente nada se veía,
de repente, sin sentido, 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9 y 10
todos se ahogaron a los pies de la lluvia.

Daniel Jesús Cortes Díaz - 2008






            EL GATO NEGRO
  
La mala suerte
recae en quien se interpone
en mi camino,

eso creen de mí.

Cuando me siento de espaldas al fuego
genero una gran tormenta,

eso dicen también.

Cuando paso mi pata detrás de mi oreja
se produce una lluvia torrencial,

comentan por ahí.

Siete vidas de superstición
pero, en la noche mi sombra
puede ser un sueño
o una pesadilla.

Rafaela Gómez Martínez - 2007



  

             MENSAJE DE UN NÁUFRAGO

 El camino de un náufrago
empieza con riqueza.

Pero,
mientras el barco se hunde
también la esperanza
se sumerge.

En el fondo del mar
se encuentra un sendero
cubierto de humo negro.

La gente agoniza
con lo desconocido.

Un sobreviviente emerge
dejando todo atrás.

Dejando una nota
para luchar por su vida.

Gabriel Esteban Barón Blanco - 2007





           CRÓNICA DE LA MADRE
                                    
                                          A Rómulo Bustos Aguirre

Luego de lavar lunas de porcelana,
mi madre barre los espíritus de la casa,
guarda sus zapatos y juguetes
en su baúl.

Forma nubes que se roban los trenes.
Encera con leche el piso.
Limpia gotas de café y cielo de la mesa,
y la cara de la virgen María,
porque los santos también sudan.

Mi madre tiene las grietas de la casa en sus manos.

Cuando las horas son naranjas,
les corta las uñas a los ángeles
y les da agua de panela.
Sale al patio
y huele el tiempo en una guayaba,
sus semillas tienen el tamaño de Dios.

La ropa está húmeda,
mi madre devuelve la rotación de la tierra
para darle más sol. 

Natalia Soriano Moreno - 1997






lunes, 13 de noviembre de 2017

EL VOLCÁN - ARMERO

EL VOLCÁN
 Por: Saúl Gómez Mantilla

NIÑO:           Recuerdo aquella mañana, al salir para la escuela el jardín de la abuela era de un tono grisáceo, toqué una hoja y algo de ceniza quedó en mis dedos, era muy extraño, todo estaba muy callado. En la escuela los profesores estaban taciturnos, los juegos, todo estaba rodeado por el silencio.

ARMERO:    La noche anterior escuchamos las alarmas, algunos corrieron, pero no queríamos perder todo lo que poseíamos ¿qué tan grave podría ser? Como en otras ocasiones se habló de evacuación y nunca pasaba nada, pensamos que era la naturaleza alertando, pero nunca haciendo realidad sus amenazas.

NIÑO:                 La amenaza no era el silencio, era un ruido que llegaba a todos lados; luego todo fue calma, como cuando el horror sobrepasa las pesadillas.

ARMERO:    Pero, no fue un sueño, todo ocurrió como lo imaginábamos. La montaña cubrió al pueblo, de un momento a otro todo fue lodo y muerte.

NIÑO:                 ¿Fue algo deseado? ¿Cómo una especie de venganza?

ARMERO:    No hubo venganza, era el destino, no se podía escapar a la naturaleza, era como un llamado a permanecer, a recibir la avalancha. Seriamos otra Pompeya y viviríamos en el recuerdo y el dolor de los sobrevivientes, como una forma de lograr la inmortalidad.


NIÑO:                 Aun siento en mis manos la ceniza, aun escucho ese silencio. Una tragedia anunciada, más que un destino; no se dejó en manos de dios o la naturaleza la vida de aquel pueblo. Fue como una peste en el lugar equivocado.

ARMERO:    Más que un lugar, era un hogar, lo sigue siendo para quienes yacen bajo ese enorme camposanto; para los niños que despertaron del horror en otro país, en otra ciudad, con otro nombre y otra familia. Como una forma de vivir, se tenía que olvidar esa noche.

NIÑO:           Los días siguientes se tornaron de ceniza, las nubes vertían lluvia de color oscuro, recuerdo que los animales no debían de esa agua, que se escondían de la lluvia, como si estuviese infectada o por respeto al dolor que acumulaban las nubes.



ARMERO:    Luego del sueño, vino el despertar, el contemplar la pesadilla. Los ojos de todos eran negros, como si llevásemos el volcán por dentro. Como si esa lava se hubiese metido en los huesos y ahora calcinara el alma. Porque los días siguientes fue la agonía de lo que llamamos alma. A veces vivir es una especia de castigo.

NIÑO:            Pero no era un castigo, sucedió, no se hizo caso a las señales, no había recuerdo de un suceso igual, de un dolor que fuese retratado, transmitido, de la muerte como un programa de radio o de televisión. Cada año la avalancha cubre a quienes sobrevivieron, a quienes vieron como la vida se esfumaba y el sueño lo cubría todo.

ARMERO:    Cada año sus almas se encienden y mueren un poco más. Realmente no se puede sobrevivir, se está bajo el lodo y la ceniza. Allí quedaron los sueños, no solo en los ojos y la agonía de Omaira, en cada cuerpo que quedó sepultado, también yace la esperanza.

NIÑO:           Ese día, cada 13 de noviembre el tiempo parece regresar, y nuevamente una nube de ceniza cubre el jardín de la abuela, aunque ya no exista ese jardín y la abuela haya muerto años atrás. Pero en la memoria, nuevamente la escuela, el silencio de los profesores, toco una hoja y mis dedos quedan impregnados del gris doloroso de la avalancha.



ARMERO:    Ese era el color de los gritos, el color del dolor. De nada servía subir a las azoteas ya que el lodo iba arrasando con todo, era tanto el estupor, que muchos se arrojaron para morir y no tener que recordar.

NIÑO:             No imagino ese momento, el tiempo se junta y todo parece estallar.

ARMERO:    Los animales presintieron todo y abandonaron el pueblo, aullaron, ladraron, mugieron toda la noche, como si la tragedia fuese su propio sueño.

NIÑO:           Un sonido temeroso ahora cubre ese lugar, el silencio como un aviso, el silencio como una forma de evitar el olvido.

ARMERO:    Los muertos no pueden olvidar, los muertos siguen viviendo ese momento; aun me arrojo al lodo para abrazar a mi hija, para sentir de cerca a mi esposa. Luego despierto y estoy vivo. La vida es un castigo que debo soportar a cada momento.


viernes, 6 de octubre de 2017

PROLONGACIÓN DE LA LLUVIA

PROLONGACIÓN DE LA LLUVIA
(Laura Castillo – 2017)

Por: Saúl Gómez Mantilla


La poesía como un reflejo, como otra realidad, un presente que corresponde a la vida, donde el futuro no existe, solo el pasado que da sentido al ahora, que pese a su brevedad, a la brizna de tiempo, al abrir y cerrar los ojos, hace del instante un perdurable recuerdo. La añoranza por la niñez, imágenes que en lo cotidiano se preservan, en la maravillosa sencillez del pasado que se embellece y es idilio. Así aparece la poesía de Laura Castillo, sencilla, sutil, como un sonido que se va colando por las grietas de la vida y allí hace su hogar; a través de la palabra intenta llenar los espacios que el tiempo ha roto.

La abuela sufre de Alzhéimer

Ha olvidado la temperatura exacta con que las gallinas picotean el suelo,
el lugar en el que abandona de vez en cuando sus recuerdos
y el tiempo en el que el mundo acostumbra amanecer.
A veces, mis ojos tropiezan con ella en la madrugada,
me mira y reconoce la orfandad. No le importa.

A la abuela le gusta caminar de noche
y, mientras lo hace, deja tajos de luz
como si habitara poco a poco el cielo.

Las cosas se nombran para ser recorridas, una puerta, un pasillo, un pañuelo, tienen movimiento; en la poesía de Laura Castillo los objetos se dinamizan, están más allá de las palabras, no permanecen estáticos, fluyen como el tiempo, que en la memoria se mantiene vivo en la medida que puede moverse. Y ese movimiento, ese sembrar las palabras y hacer que germinen en forma de poema es la apuesta de Laura y es el tema recurrente en Prolongación de la lluvia. La poesía es una cosecha de recuerdos, de sueños y visiones. Como una semilla, las palabras, ese pequeño recuerdo, surge con una serie de vivencias; como un relámpago la memoria trae algunos pasajes de la infancia, la poesía intenta eternizar ese instante y compartirlo, imágenes que por su sencillez se hacen cómplices, se vuelven colectivas, como una vivencia acompañada.


ARTE POÉTICA

Las hojas caen del borde de los tejados
y entran de golpe a casa de los poetas.
Sin preguntar, se instalan en las paredes,
cuestionan el silencio,
respiran sobre la pesadez de las manos,
buscan el instante en la palabra.

De golpe, el vuelo de un pájaro revienta en el papel.
La noche entonces despierta.


El despertar y el sueño, el instante que se eterniza en la palabra, las hojas que caen son contemplación del mundo y del maravillarse ante lo cotidiano y sencillo, ante lo repetitivo que se carga de significado y representa algo nuevo. La naturaleza sigue aportando imágenes, y Laura la recorre como un transeúnte, un voyeur de su vida y sus recuerdos. Aquí aparece el silencio, mientras se camina el silencio hace su entrada, pero en la poesía el silencio es lenguaje, en la palabra es hablar de la guerra, del dolor de lo cotidiano y tanto infierno contenido. El silencio es una mano que teje el pasado, es un camino por recorrer que tiene todo de miedo como de esperanza.

CEGUERA

Una mujer arropa el sol con una mano.
En la memoria,
un abismo de reflejos
nombra el camino.

El tacto no es más que el temblor
con el que entramos en la noche.


En su trasegar, todo lo que observa Laura Castillo lo convierte en palabras, las cuales van tejiendo la memoria y las hace poema, que llegan plácidamente al lector y van haciendo una herida, porque aquello que ve Laura, duele, sus imágenes duelen. Porque las hemos percibido antes y es en la poesía que somos conscientes de ese olvido, de la indiferencia cotidiana ante el dolor de los otros. Así, a la abuela y la tejedora, al habitante de calle y la ausencia, le hemos volteado la cara. Pero al leer en el poema esos actos, no tenemos como evadirlos, la realidad nos hace frente y no hay posibilidad de huir.

Esta prolongación de la lluvia, este pequeño libro, es como el llanto que se oculta y ahora florece a través de los recuerdos, que tiene como vía de escape a el lenguaje. Estos poemas como una semilla germinan al interior de los lectores y extienden sus raíces por el cuerpo, para hacer de la mirada el instante que perdura.



sábado, 8 de julio de 2017

EL CONFLICTO ENTRE EL POETA Y LA SOCIEDAD EN LA POESÍA DE CHARLES BAUDELAIRE

EL CONFLICTO ENTRE EL POETA Y LA SOCIEDAD
EN LA POESÍA DE CHARLES BAUDELAIRE


Por: Saúl Gómez Mantilla

Charles Baudelaire es considerado el poeta moderno por excelencia, y se ha llegado a clasificar como un poeta del mundo moderno, pero ser un poeta moderno y ser un poeta en el mundo moderno son consideraciones que se alejan entre sí.   Baudelaire abre con su obra las posibilidades para que la poesía encuentre su realización en una sociedad dominada por la mentalidad burguesa*, donde priman los intereses económicos y la idea de progreso alejada de la realización espiritual del hombre.    Baudelaire es el poeta pionero,  quien  alcanza a ver cómo será la poesía en una época donde el hombre ha sido cosificado y su vida está determinada por la economía de mercado, por su producción dentro de una sociedad marcada por la división del trabajo.  En palabras de Arthur Rimbaud, Baudelaire es: “el primer vidente, rey de los poetas, un verdadero Dios”[1].

En Las flores del mal y en los Pequeños poemas en prosa Baudelaire nos muestra al poeta en la vida moderna, al poeta en una sociedad donde no tiene cabida, pues su producción no es aprovechable facticamente por la sociedad a la que pertenece.  Por lo tanto en la obra de Baudelaire vemos a un poeta sin asidero, paria en su ciudad y rechazado por el mundo en que vive,  y que a su vez rechaza el mundo en que vive.  En palabras de Baudelaire esta idea de progreso es: “progresiva decadencia del alma y progresivo predominio de la materia”[2].

Entendemos por la palabra moderno: “que ha sucedido recientemente”, para Baudelaire significa en palabras de Félix de Azúa “lo que todavía no es, lo insólito[3]. En el libro El pintor de la vida moderna, Baudelaire plantea lo que entiende por moderno: “lo que pueda contener de poético dentro de lo histórico, de extraer lo eterno de lo transitorio”[4].  De esta forma la poesía y el arte en general para lograr su realización deben nacer de la eternidad presente en las cosas efímeras, el poeta debe escudriñar y encontrar lo eterno en el mundo que lo rodea, y más aún, en la sociedad en la que no tiene cabida, ya que en palabras de Baudelaire esta escisión es irreconciliable: “la poesía y el progreso son como dos hombres ambiciosos que se odian mutuamente.  Cuando se encuentran en el mismo camino, uno u otro debe ceder el paso”[5].

Un rasgo importante que se presenta en la poesía de Baudelaire es la despersonalización, porque “la palabra lírica ya no nace de la unidad de poesía y persona empírica”[6], el yo del poema es un sujeto alejado de quien escribe los poemas. Estos no hacen referencia directa a una experiencia personal; el distanciamiento entre el poeta y el poema es consecuencia del alejamiento del poeta con su sociedad, pues su único punto de encuentro es a través del poema. 



En el poema Bendición, Baudelaire une la simbología religiosa a temas no religiosos.  En él plantea que: “por orden de fuerzas supremas, / el poeta aparece en este mundo hastiado[7].  Baudelaire nos presenta al poeta como un ser designado por los dioses con un destino especifico, no como un ser que se hace a sí mismo, sino como un ser tocado o iluminado.  A esto le sigue la idea del spleen,  planteada en el poema introductorio “al lector”, pero este hastío ha abarcado al mundo y no sólo es condición del hombre, también de la naturaleza.  Es interesante la analogía que hace Baudelaire del poeta con Cristo, pues ambos vienen al mundo a sufrir, a darse a los demás y este sufrimiento y entrega les dan su salvación.  Baudelaire toma la concepción cristiana del mesías porque, a la manera de Cristo, el poeta nace de una madre elegida entre todas las mujeres pero, a diferencia de Maria, esta mujer sí tuvo una “noche de placeres efímeros / en que mi vientre concibió mi castigo[8].  La madre del poeta es la primera que lo rechaza, ya que ella prefiere haber “concebido un nido de víboras[9].  Ella odia a Dios por lo que considera un castigo y  trata de arruinar la vida de su hijo, pero éste, protegido por un ángel, “se embriaga de sol / y  todo cuanto bebe y todo cuanto come / se trueca en ambrosía y en rojo néctar[10], logrando su destino a pesar del mundo que lo rodea. 

En el poema, las personas que rodean al poeta ensucian su alimento, a la manera de la comunión, El pan y el vino que le ofrecen está sucio, ha sido profanado.  El poeta se encuentra cercado por el mundo donde vive, su madre lo odia,  las personas a las que quiere amar desean su caída y su esposa espera el momento oportuno para clavarle sus uñas en el corazón.  Pero, el poeta a la manera de Cristo ama el sufrimiento y sabe que Dios tiene un sitio para él, pues en un mundo moderno, dominado por los intereses terrenales, el poeta con su mirada en lo etéreo y su sufrimiento, tiene ganado un sitial en el cielo.   Este cielo es poco para las ambiciones y deseos del poeta,  “los metales ignotos, las joyas del mar, / aunque por tu mano montadas, no bastarían / para esta corona deslumbrante y clara[11],  Allí se presenta la diferencia del poeta con Cristo, pues su corona, su diadema está hecha “con la luz más pura obtenida del fuego de los santos rayos primitivos[12],  el poeta pertenece a un más allá que no se determina, perteneciente a las alturas celestes.



Esta idea del poeta como ser que habita las alturas la desarrolla Baudelaire en el poema El albatros. En el poema se hace la analogía del poeta con el ave, una característica interesante es que el albatros sólo se acerca a la tierra para engendrar. Así mismo, el poeta se acercará a la tierra para cumplir con su función biológica de procrearse.  Baudelaire se centra en cómo el poeta en este medio es agredido “Uno con su pipa le quema el pico, / otro, cojeando, remeda al lisiado que volaba[13].  Cómo su condición del rey de las alturas no es valorada en la tierra y cómo ésta cualidad es objeto de burlas y es poco practica en el mundo moderno “Que débil es  y qué inútil el alado viajero[14].  No es el caso cuando se encuentra en el esplendor de su vuelo,  allí es el rey.  Para Baudelaire el poeta está destinado a las alturas, pero mientras se encuentra en la tierra “sus alas de gigante le impiden volar”. 

Otro rasgo importante en la obra de Baudelaire es la nueva mirada o el nuevo tratamiento que da a los temas.  Crea una estética propia que consiste en hacer bello lo desagradable, “el privilegio maravilloso del arte consiste en que al expresar artísticamente lo feo lo convierta en bello y que el dolor ritmado y articulado llene el alma de plácida satisfacción”[15].  Rasgo que se percibe claramente en los poemas la musa enferma, y la musa venal.  Baudelaire entabla un diálogo con ella y nos presenta a la musa no como un ente puro que dicta los versos al oído del poeta, sino como un ser afectado por el mundo moderno.  Ella se encuentra ajada y sus ojos “llenos de visiones oscuras están[16].  Baudelaire sabe que en los tiempos modernos, la musa está alejada del reino de Febo y ahora debe “para ganar tu pan de cada día, (...) cantar Tedeum en los que apenas creas, servir de evasión a la gente vulgar”[17],  la musa ingresa a los sistemas de producción; debe trabajar para obtener un “tizón para calentar tus pies amoratados[18]; debe rendir productivamente, y entrar a formar parte del engranaje económico, dejando atrás su pasado glorioso,  lleno de palacios y de  mármol.


En los Pequeños poemas en prosa, Baudelaire hace de la ciudad el espacio donde se realizan sus poemas, en ellos está más latente la escisión entre el poeta y la sociedad.  En la cotidianidad del mundo moderno el poeta no logra encontrar un lugar.  Un caso particular es el poema las muchedumbres, allí Baudelaire plantea que el poeta puede estar sólo entre la multitud.  No se acopla a la masa que camina uniformemente hacia el trabajo o que hace recorridos determinados a horas determinadas, ya que al poeta “tuvo un hada que le insufló el gusto por el disfraz y las máscaras[19].  Este camuflaje hace la diferencia entre el poeta y las personas que lo rodean.  Aunque parezca un miembro común de las multitudes el poeta “adopta como suyos todos los oficios, todas las alegrías y todas las miserias que las circunstancias del momento le brindan[20],  pero este estar en todos lados es un estar en ningún lado, es un no pertenecer, un evadirse haciéndose igual en lo superficial, pero siendo consciente de su ruptura y de su alejamiento para con las personas que lo rodean.  La multitud es el refugio del poeta, pues ella es “el asilo más reciente para el desterrado; además es el narcótico más reciente para el abandonado[21]

En el poema Cada cual con su quimera,  el narrador del poema ve a varios hombres encorvados caminando por “una gran llanura polvorienta, sin caminos, sin yerba, sin un solo cardo, una sola ortiga[22], esta imagen árida se acerca a la ciudad a la que se enfrenta el poeta a diario, sin un lugar de descanso para con su quimera.   La quimera hace parte de ellos mismos, de su ser, lo curioso es que el narrador es poseído por la indiferencia que le hace dirigir su atención a otras cosas.  El hombre moderno no posee una quimera que lo lleve a algún sitio.  No tiene un destino, ni una meta.  Los otros hombres, poetas, caminan porque “les empujaba una invencible necesidad de caminar[23]. Sin saber a dónde se dirigen, pero con un impulso que les es propio, que los va acercando a su destino.

Para Walter Benjamin, el acercamiento entre el poeta y la sociedad se dió en el bulevar, y es allí donde tiene lugar el encuentro de un poeta despojado de su aureola con un ciudadano común,  Baudelaire como ningún otro poeta nos muestra: “cómo la modernización de la ciudad inspira e impone a la vez la modernización de las almas de sus ciudadanos”[24],  las almas modernas se reflejan en el poema la aureola perdida, donde el poeta pierde su hado y se mezcla como una persona normal y goza de los placeres por los cuales antes sería señalado.  Ahora posee el anonimato que lo protege del señalamiento, pero sin lograr esgrimir su distanciamiento para con el progreso “Amigo mío, ya sabe cuanto me aterrorizan los coches y los caballos[25], en el bulevar el poeta despojado de su aureola, se encuentra a gusto, pues no es reconocido y puede ser sarcástico para con los poetas menores, “pienso con alegría que algún mal poeta la recogerá y se la encasquetara descaradamente[26].

A pesar de que se de este acercamiento no se resuelve la escisión entre el poeta y la sociedad y la posibilidad de que el poeta ocupe un lugar dentro de ella.  No se presenta una especie de cura para la herida que produce el mundo moderno en el corazón del poeta.

Años más adelante el problema de la escisión entre poeta y sociedad encontró una posible solución con el auge de la industria cultural,  el poeta mediante sus libros entra en juego con el mercado, haciendo productivo y rentable su ejercicio profesional.  Pero en la sociedad moderna, el hombre está cada vez más cercano a lo inmediato, a lo fácil y lo rápido, alejándose de las búsquedas y experimentos que ha realizado la poesía con cada nuevo movimiento estético (el surrealismo por ejemplo), o cada búsqueda personal (el caso de T. S. Eliot).  De esta forma la industria cultural asimiló los cambios estéticos producidos por Baudelaire y sus continuadores, tratando de cubrir superficialmente las rupturas que plantean los nuevos escritores, asimilando sus propuestas estéticas y abriendo espacios de mercado para ellas, pero sin llegar a tocar en profundidad el problema.

BIBLIOGRAFÍA


Azua de Felix.  Baudelaire.  Editorial Anagrama.  Barcelona.  1999. 
Baudelaire Charles.  El pintor de la vida moderna.  El ancora editores.  Bogota.1995.
Baudelaire Charles.  Las flores del mal.  Circulo de Lectores.  Barcelona.  1966. 
Baudelaire Charles.  Pequeños poemas en prosa.  Bosch Casa Editorial.  Barcelona.  1975.
Benjamin Walter.  Poesía y capitalismo.  Editorial Taurus.  España.  1999.
Berman Marshall. Todo lo sólido se desvanece en el aire.  Siglo Veintiuno Editores.  España.  1997.
Friedrich Hugo.  La estructura de la lírica moderna.  Seix Barral.  Barcelona.  1974. 
Horkheimer Max y Adorno Theodor. La dialéctica de la ilustración.  Editorial Trotta.  España.  1998.
Rimbaud Arthur.  Carta del Vidente.  Monte Avila Editores. Caracas.  1986.
Romero José Luis.  Estudio de la mentalidad burguesa.  Alianza Editorial.  España.  1987.

  


BENDICIÓN

Cuando, por un decreto de potencias supremas,
el Poeta aparece en este mundo hastiado,
espantada su madre, y llena de blasfemias
crispa hacia Dios sus puños, y éste de ella se apiada:

—«¡Ah, que no haya parido todo un nido de víboras,
antes que a esta irrisión tener que alimentar!
¡Maldita sea la noche de efímeros placeres,
aquélla en que mi vientre mi expiación concibiera!

¡Puesto que me escogiste de todas las mujeres
para que fuese el asco de mi pobre marido,
y no puedo arrojar alas llamas de nuevo,
cual billete de amor, a este monstruo esmirriado,

haré yo reflejarse tu odio que me abruma
en el maldito agente de tus malignidades,
y torceré tan bien este árbol desmedrado,
que avivar no podrá sus yemas corrompidas!»

Así vuelve a tragarse la espuma de su odio,
y como no comprende los eternos designios,
ella misma prepara en la honda Gehena
las piras a los crímenes maternos consagrados.

Mientras, bajo el cuidado invisible de un Ángel,
el niño despojado se emborracho de sol,
y en todo lo que come y todo lo que bebe,
encuentra el néctar rojo, y la dulce la ambrosía.

Conversa con las nubes y juega con el viento,
y se embriaga cantando camino de la cruz;
y el Soplo que le sigue en su peregrinar
llora viéndola alegre cual un ave del bosque.

Le contemplan con miedo los que él amar desea,
o bien, se envalentonan con su tranquilidad,
buscan a alguien que logre arrancarle una queja
y su ferocidad sobre él ejercitan.

En el pan y en el vino destinados a sus labios,
impuros salivazos y cenizas entremezclan,
hipócritas arrojan al suelo cuando él toca,
y se acusan de haber en sus pisadas.

Su mujer por las plazas públicas va gritando:
«Pues me encuentra él bastante bella para adornarme,
cumpliré la tarea de los antiguos ídolos,
y quiero que como a ellos me recubra de oro.

¡Y yo me saciaré de nardo, incienso y mirra,
de viandas, de vinos y de genuflexiones,
y sabré si en un pecho que me admira yo puedo
riéndome usurpar el divino homenaje!

Y cuando de esas farsas impías yo me aburra,
colocaré sobre él mi mano fuerte y débil;
y mis uñas parejas a las de las arpías,
hasta su corazón sabrán salirse paso.

Igual que un pajarillo que palpita y que tiembla,
su rojo corazón robaré de su seno,
y para que se sacie mi fiera favorita,
yo se lo arrojé con desdén por el suelo!»

Hacía el Cielo en que él ve un espléndido trono,
sereno alza el Poeta sus dos piadosos brazos,
y los vastos destellos de su espíritu lúcido
le esconden el aspecto de los pueblos furiosos:

—«¡Os bendigo, Dios mío, que dais el sufrimiento
cual divino remedio de nuestras impurezas,
y como la mejor y la más pura esencia
que a los santos deleites a los fuertes prepara!

Yo sé que reserváis una plaza al Poeta
en las filas dichosas de las santas legiones,
y que le convidáis a la fiesta eterna
de las Dominaciones, las Virtudes, los Tronos.

Conozco que el dolor es la sola nobleza
que jamás morderán la tierra y los infiernos,
y que para trenzar mi mística corona,
preciso es someter universos y edades.

Mas las joyas perdidas de la antigua Palmira,
los ignotos metales, las perlas de la mar,
que vuestra mano engasta, no serían bastantes
para esta bella diadema, resplandeciente y clara;

¡porque no será ésta más que de luz sin mácula,
hecha en el santo fuego de los primeros rayos,
de la cual nuestros ojos, en todo su esplendor,
son sólo quejumbroso y empañados espejos!»

CHARLES BAUDELAIRE
Traducción de Alain Verjat y Luis Martínez de Merlo

  


LA MUSA VENAL

Oh musa de mi alma, amante de palacios,
¿tendrás, cuando a su Bóreas deje escapar enero,
en los negros hastíos de las noches nevosas,
un tizón que caliente tus pies amoratados?

¿Reanimarás entonces tus hombros como el mármol
con los rayos nocturnos que horadan los postigos?
¿Y tu bolsa tan seca como tu paladar,
recogerás el oro de bóvedas azules?

Para ganar tu pan de cada día, debes
igual que un monaguillo, mover el incensario,
y cantar los Te Deum en que crees apenas?

o, saltimbanqui hambriento, desplegar tus encantos
y tu risa empapada por un llanto invisible,
para hacer que la chusma se parta en carcajadas.

CHARLES BAUDELAIRE
Traducción de Alain Verjat y Luis Martínez de Merlo

  



LAS MUCHEDUMBRES

     No a todos es dado tomar un baño de multitud: gozar de la muchedumbre es un arte; y únicamente puede, a expensas del género humano, permitirse un exceso de vitalidad aquel a quien un hada insufló ya en su cuna el gusto por el disfraz y por la máscara, el odio al domicilio y la pasión por el viaje.
     Multitud, soledad: términos equivalentes, y equiparables para el poeta activo y fecundo. Quien nos sabe poblar su soledad, tampoco entiende de andar solo en medio de una muchedumbre ajetreada.
     El poeta goza del incomparable privilegio de poder ser, a su antojo, él mismo y otro. Al modo de esas almas errantes en búsqueda de un cuerpo, el poeta entre, cuando bien le parece, en la persona de cada cual. Para él, sólo para él, todo está libre; y si algunos puestos parecen estarle negados, ello es debido a que, en su apreciación, no  merecen ser frecuentados.
     El paseante solitario y pensativo extrae una singular borrachera de esta universal comunión. Aquel que con facilidad se desposa con la muchedumbre experimenta goces febriles de los que por siempre se verán privados el egoísta, aherrojado como caja caudales, y el perezoso recluido cual molusco. El paseante solitario adopta como suyas todas las profesiones, todas las alegrías y todas las miserias que las circunstancias le deparan.
     Lo que los hombres llaman amor es algo muy pequeño, restringido y débil, comparado con esta inefable orgía, con esta santa prostitución del alma que se entrega por entero, poesía y caridad, a lo imprevisto que se presenta y a lo desconocido que pasa.
     Es bueno, en ocasiones, hacer ver a los bienaventurados de este mundo, aunque sólo sea para humillar por un instante su necio orgullo, que existen dichas superiores a las suyas, más vastas y refinadas. Los fundadores de colonias, los pastores de pueblos, los sacerdotes misioneros exiliados en el último rincón del mundo saben probablemente algo de estas misteriosas borracheras; y en el seno de la amplia familia que su genio se ha labrado, deberán alguna vez reírse de quienes sienten compasión por su suerte tan agitada y por sus vidas tan castas.

CHARLES BAUDELAIRE
Traducción de Francisco Torres Monreal



PERDIDA DE AUREOLA

—¡Cómo¡ ¡Usted por aquí, querido amigo!  ¡Usted en este ruin paraje!  ¡Usted, el bebedor de quintaesencias!  ¡El catador de ambrosías!  En verdad, la cosa es para sorprenderse.
—Amigo mío, ya conoce el terror que me inspiran los caballos y los vehículos.  Hace un momento, cuando apresuradamente atravesaba el bulevar, deslizándome por entre el lodo y a través de ese movible caos, en el que la muerte a galope tendido desemboca por infinitos sitios a la vez, a un brusco movimiento que hice desprendióseme la aureola de la frente y rodó por el fangoso pavimento.  No he tenido valor para recogerla y he considerado menos desagradable la pérdida de mis angustias que la rotura de mis insignias que la rotura de mis huesos.  Además —como me he dicho—no hay mal que por bien no venga.  Ahora, puedo pasearme de incógnito, cometer acciones ruines y entregarme a la crápula como cualquier simple mortal.  Y aquí me tiene, como está viendo, ni más ni menos que usted.
—Por lo menos, debería anunciar la pérdida o reclamarla por medio del comisario.
—¡De ninguna manera!  Me va muy bien así.  Sólo usted me ha reconocido.  Por otra parte, el estiramiento me aburre, y agregue a esto lo mucho que me regocija pensar que cualquier poetastro se encuentre la aureola y que impúdicamente se la ciña.  ¡Hacer dichoso a alguien!  ¡Qué alegría!,  ¡Y, sobre todo, cuando ese alguien me hará reír!  ¡Piense en X… o en Z…!  ¡Sí que será gracioso!  ¿eh?

CHARLES  BAUDELAIRE
Traducción de Oscar Torres Duque
  

* Según José Luis Romero la mentalidad burguesa esta construida por las formas de pensar que se hacen inconscientes y parecen naturales.
[1] Rimbaud Arthur.  Carta del Vidente.  Monte Avila Editores. Caracas.  1986.  Pg.  130.
[2] Friedrich Hugo.  La estructura de la lírica moderna.  Seix Barral..  Barcelona.  1974.  Pg.  57.
[3] Azua de Felix.  Baudelaire.  Editorial Anagrama.  Barcelona.  1999.  Pg.  37
[4] Baudelaire Charles.  El pintor de la vida moderna.  El ancora editores.  Bogota. Pg. 43.
[5] Citado por Marshall Berman en Todo lo sólido se desvanece en el aire. Siglo Veintiuno Editores.  España.  1987.  Pg. 139.
[6] Op.  Cit.  Friedrich Hugo.  Pg.  49.
[7] Baudelaire Charles.  Las flores del mal.  Circulo de Lectores.  Barcelona.  1966.  Pg.  33.
[8] Ibid.  Pg.  33
[9]  Ibid.  Pg.  33.
[10] Ibid.  Pg.  34.
[11] Ibid.  Pg.  36.
[12] Ibid.  Pg.  36.
[13] Ibid.  Pg. 37.
[14] Ibid.  Pg.  37.
[15] Op. Cit. Friederich Hugo.  Pg. 54.
[16] Op. Cit.  Las flores del malPg.  44.
[17] Ibid.  Pg.  45.
[18] Ibid.  Pg.  45.
[19] Baudelaire Charles.  Pequeños poemas en prosa.  Bosch Casa Editorial.  Barcelona.  Pg.  101.
[20] Ibid.  Pg.  103.
[21] Benjamin Walter.  Poesía y capitalismo.  Editorial  Taurus.  España.  199.  Pg.  71.
[22] Op. Cit. Pequeños poemas en prosa.  Pg. 149.
[23] Ibid.  Pg.  151.
[24] Op. Cit.  Berman Marshall.  Pg.  146.
[25] Op. Cit.  Pequeños poemas en prosa.  Pg.  299.
[26] Ibid.  Pg.  301.