DIáLOGO DE
LOS QUE DESCENDIERON
AL INFIERNO
Por: Saúl
Gómez Mantilla
A
la memoria de Cesare Pavese
“No
encontrarás otra tierra, otro mar.
La
ciudad te perseguirá.
Caminarás
las mismas calles,
envejecerás
en los mismos barrios,
en
las mismas casas encaneceras.
Aquí
terminarás, no esperes nada mejor”
K. Kavafis
“Nunca
más el bramar de los vientos calmarás,
ni
el granizo, las rachas de nieves y lluvias,
ni
el mar estruendoso.
Pues
te han muerto.
Deplorándote
mucho las hijas de la memoria,
y
en extremo tu madre Calíope.
¿Qué
plañimos por hijos difuntos, cuando ni aún los dioses
tienen
el poder de librar a los suyos del Hades”
Anth. Pal. 7.8.
DIALOGO
DE LOS QUE DESCENDIERON AL INFIERNO
(Hablan
Odiseo y Orfeo)
ODISEO:
Si bien, al abandonar a
Circe, veía más de cerca el regreso
a Itaca; sólo una cosa me atormentaba, era el viaje al reino del Hades, allí
debía interrogar al adivino Tiresias, él me diría cómo evadir los peligros con
que me amenazaba Poseidón.
ORFEO: ¿Temías por la
injuria causada a Poseidón al haber herido a su hijo Polifemo? No, tú no temes
a los dioses; temías por tu reino, por los sucesos que acaecían en tu ausencia;
temías por ti, porque del reino del Hades no saliese Odiseo rey de Ítaca, sino
otro, al que la visión de los muertos hiciese cambiar a Ítaca en su corazón.
ODISEO: El horror que me
causo el reino del Hades, fue el ver el suplicio de tantos héroes caídos en la
guerra; fue el ver a mi madre, escuchar sus palabras, recordar a Penélope, a
Telémaco, allí mi amada Ítaca se hizo más viva en mi corazón. Mi espanto fue el no regresar a mi isla, que
el descenso al Hades al igual que la flor de loto, me hiciese olvidar mi
patria.
ORFEO: ¿No eres pues
Odiseo, el mismo que descendió a los infiernos?
ODISEO: Al encontrarme de
nuevo en mi amada Ítaca, comprendí que debía vivir con la visión de ese reino
oscuro. Más que la guerra y los años de
naufragio, el descenso al Hades me hizo valorar lo que más amo, mi isla y los
míos. Aquel Odiseo, héroe de la guerra,
no volverá a luchar fuera de su patria; pues el temor que lo envuelve ahora, es
naufragar nuevamente. No soy aquel del
que se enamoró Penélope, no soy el rey que Ítaca esperaba de regreso. Un eco
taciturno me toma en las noches. Temo a la oscuridad, al rostro de los muertos,
temo que mi corazón lleno de espanto no vuelva hacia la luz.
ORFEO: El miedo lo
llevas dentro, el naufragio pervive en ti, sigues perdido entre los mares,
todos tus esfuerzos son una condena.
Buscas la felicidad con los tuyos; has de saber que se es feliz consigo
mismo, con los recuerdos, con las negras ruinas de tu vida.
ODISEO: ¡No¡ se es feliz
en Ítaca, no basta con llevarla en el corazón y recordar, amo los momentos que
paso con Penélope.
ORFEO: Amas el recuerdo
que esos momentos dejan en tu corazón, mas no la amas a ella, uno sólo se ama a
sí mismo.
ODISEO: ¿Acaso no amabas
a Eurídice al descender a los infiernos?
ORFEO: Eso creía, mas,
al descender al reino del Hades comprendí que no amamos a los seres que nos
rodean, nos amamos recordando, nos vemos a nosotros mismos realizando grandes
hazañas. No se ama a quien está muerto,
a quien no pertenece al reino de los vivos.
ODISEO: Querías recobrar
tu pasado, por ello le cantaste a Hades, estremeciste al infierno con tu lira,
porque querías reunirte de nuevo con Eurídice.
ORFEO: La única
forma de reunirme nuevamente con Eurídice es muriendo, ingresar como es debido
al Hades. He forjado mi destino en los
bosques de Tracia, en el culto a Dioniso...
ODISEO: Nadie puede forjarse su
destino. El mío es el naufragio y el
regreso a Ítaca; el tuyo es recuperar lo que amabas.
ORFEO: Cada cual desciende a su infierno,
el mío es la soledad, no disfrutar las fiestas; lo vivo y lo padezco por
voluntad propia, ningún dios puede tocar mi destino. Recuerda Odiseo, los mortales nos debatimos
entre la noche y la luz.
ODISEO: Aunque nada puede soportar la
marcha del tiempo, tengo a Penélope, a Telémaco, a mi amada Ítaca, para
soportar mi destino; envejezco en mis calles, busco vencer el olvido en esta
angosta esquina del mundo.
ORFEO: Eso lo dices tú, porque aún vive
lo que amas, mi corazón murió con Eurídice.
¿Qué nos incitaba a la batalla, al canto?, no eran nuestros seres
amados. Tú no fuiste a la guerra para
recuperar la honra del rey Menéalo, fuiste en busca de tu grandeza, no te
importó abandonar a los tuyos, a tu isla, sólo te importaba tu gloria.
ODISEO: El afán que me llevó a Troya, fue
el mismo que me hizo regresar a Ítaca, el amor por los míos me hizo emprender
el largo viaje, enfrentar a hombres, dioses y monstruos. Pero tú, Orfeo, no temes a los muertos, al
olvido.
ORFEO: No temo a aquello que carece de
vida. Amo a Tracia, sus montes y mi
canto. En el Hades comprendí que la
muerte nos hace más humanos; recuerda Odiseo, están los montes, mi canto,
Eurídice ya no está.
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